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Cuando se cumplen 45 años de los hechos narrados, 22 de la primera presencia de Alberto Rodríguez en el Zinemaldia junto a Santiago Amodeo con “El factor Pilgrim”, y cuando además en todo este tiempo y sobre la mesa donostiarra, el director sevillano ha puesto estupendos textos fílmicos como “7 vírgenes”, “Grupo 7”, “La isla mínima” y “El hombre de las mil caras”; no es improcedente que su actual película producida por Movistar, haya sido escogida para inaugurar la 70 edición del SSIFF.
La zona gris es aquella que se extiende desde que el blanco deja de serlo hasta ese segundo en el que la oscuridad lo invade todo. Dicho de otro modo, la zona gris representa el callejero donde la humanidad se busca. Es el territorio de la sombra; el reino de la incertidumbre. En él, el miedo y la niebla, los perros de la angustia, intoxican la verdad si es que la verdad existe para todos.
Basta con leer la sinopsis argumental de “Viaje al paraíso” y ver el cartel con el reclamo mayor de la película, Julia Roberts y George Clooney, para que nadie tenga dudas sobre el final de la misma. Más previsible que el discurso del rey en la nochebuena, aquí hay poca cera por arder y ningún intento para sorprender.
La magnética autenticidad, aparentemente desprovista de oficio, que Pedro Fasanaro aplica en el dibujo de su personaje en “Desierto particular”, atraviesa a la película de Aly Muritiba con la eléctrica sensación de lo cierto. No era fácil. En “Todo sobre mi madre” por ejemplo, Pedro Almodóvar tejía una fascinante red de atracción en torno al personaje “del padre” de Esteban, el joven adolescente al que Eloy Azorín daba vida durante el primer acto de la que sigue siendo uno de los mejores filmes del director manchego.
Cada vez que se nos avisa que una película está basada en acontecimientos reales y, especialmente, si la mayor parte de sus protagonistas todavía permanece entre nosotros, surge la tentación de preguntar(se) por qué no se ha escogido el género documental en lugar de organizar una recreación artificial en la que unos actores reproducen impostadamente esos hechos que “ocurrieron”.
La sustancia que insufla vida a “Tres mil años esperándote” se reconoce en esos relatos laberínticos donde cada paso da lugar a una nueva historia que a su vez desgrana otra para que, en algún momento, se teja una red en la que todo se reconozca al servicio de un sentido único e inequívoco.
Le cabe a Dani de la Orden un récord difícilmente superable: estrenar dos películas en su país de origen, en el mismo día. Se da la circunstancia también que entre “El test” y “42 segundos” apenas hay nada en común salvo su presencia en la dirección.
No es cuestión de repetir la letanía de esos cineastas rumanos: Lucian Pintilie, Cristian Mungiu, Cristi Puiu, Andrei Ujica y Calin Peter Netzer entre otros con los que se podría parodiar la idea de “El tercer hombre” y las condiciones adversas de la humanidad como motor creativo.