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“El oro del Rin” (“Das Rheingold”) es una ópera con música y texto de Richard Wagner; la primera de las cuatro piezas que forman el ciclo de “El anillo del nibelungo”, el que inspiró el título del tristemente célebre decreto “Noche y niebla” con el que Hitler puso en marcha su solución final.

En un fugaz pantallazo de móvil, Todd Field nos avisa, a través de Lydia Tár (Cate Blanchett), que la imagen pertenece a la habitación del hotel donde se hospeda Plácido Domingo. Nunca se volverá a citar al tenor español acusado de depredador sexual; pero la mención es suficiente para percibir que Lydia Tár ha sido gestada con la misma esencia.

Hace veinte años, François Girard, guionista y director franco-canadiense, (Quebec, 1963), empezó a ser reconocido mundialmente gracias al éxito de “El violín rojo” (1998). Dos décadas más tarde, se hace evidente que este realizador encuentra su zona de confort allí donde la música impone su presencia; allí donde el sonido establece la ley.

Cuando Yip Harsburg y Harold Arlen alumbraron, entre otros temas, “Over the Rainbow” para “El mago de Oz”, no sospecharon que esculpían una leyenda. Años después, en 1978, su canción vistió la bandera del movimiento LGTBI. El arcoiris de Dorothy se transformó en talismán de la reivindicación del orgullo gay. Pero para entonces, Judy Garland, que murió 9 años antes, era un icono sagrado, imitado y llorado.

Desde Bergman hasta Haneke, abundan las buenas películas que se han servido de la música como texto y pretexto, como escenario y argumento. Esas tres referencias: Ingmar Bergman, Michael Haneke y la música, conforman la extrema bondad de una película inquietante y perturbadora, atravesada por la belleza formal del virtuosismo de la interpretación, pero herida de muerte debido a la obsesión por la perfección y el éxito de su principal protagonista. 

A “Wild Rose” le pierde el exceso y le sobra un injustificado empeño en rebajar el dramatismo implícito en su argumento. Eso provoca una alarmante falta de sinceridad a la hora de afrontar la verdad implícita en unos personajes que se deshacen entre el histrionismo y la blandura, entre la música y el silencio.