Galder Gaztelu-Urrutia (Bilbao, 1974) vivió hasta 2018 dedicado profesionalmente al mundo de la televisión y la publicidad. Sobre esas dos columnas curtió su destreza en el oficio audiovisual.

Dos nombres propios determinan las fronteras entre las que se mueve y habita este ensayo documental que nos avisa que quiere hablar de la guitarra flamenca. Uno es el personaje del que se habla: Yerai Cortés, (Alicante, 1995); un «tocaor» gitano que tiene preso el duende de Sabicas en las cuerdas de su guitarra.

Antes de diseccionar nada, un aviso, no se confundan, esta no es «la película de Gila». El buen Miguel Gila Cuesta (Chamartin, 1919-Barcelona, 2001) nada tiene que ver con esta versión descafeinada y pasmada, salvo que de su biografía y de sus testimonios grabados, Alexis Morente se ha servido como le ha dado la gana.

María Trénor, cineasta vinculada al mundo del arte, dedicó una docena de años a cumplir un deseo íntimo: proyectar las imágenes que la música de «Rock Bottom» fecundó en su interior. Hablamos de un álbum conceptual, un Lp se decía entonces, que Robert Wyatt, cabeza visible, vocalista y batería de Soft Machine, lanzó en 1974.

Desde que el cine rompió la cuarta pared y, en especial, a partir de la nouvelle vague, o sea cuando los fantasmas del nazismo y el horror de las bombas atómicas sobre Nagasaki e Hiroshima, pusieron de relieve la necesidad de confiar en lo joven porque lo viejo mata(ba), el cine no ha parado de relatar historias de adolescentes a la deriva.

Cuando hace 19 años Enric Marco Batlle (Barcelona, 1921-2022), sindicalista español que fue Secretario General de la CNT y Presidente de la Amical de Mauthausen de España, perdió su última careta, los muertos asesinados por la represión franquista y la pesadilla nazi se estremecieron en sus tumbas mientras que los pocos supervivientes que todavía quedaban recibían la cuchillada más siniestra, la de la burla.

La carta de presentación de Carlos Marques-Marcet (Barcelona, 1983) incluye «10.000
KM» (2014), «Tierra firme» (2017) y «Los días que vendrán» (2019). Significativamente
esos tres largometrajes que preceden a «Polvo serán», buceaban, de uno u otro modo, en el mundo de la natalidad, en la pareja, el amor, la introspección y el sexo.