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La sombra de Hitchcock se cierne sobre un filme extraño si por extraño se significa aquello que nos resulta raro y/o ajeno. Así, el filme protagonizado por Maika Monroe ha sido promovido bajo pabellón estadounidense pero su factura formal, su arco cromático y la geometría inquietante del imperio de los Ceaușescu le confieren al relato un aire europeo, decadente, transilvánico.

En algún lugar imposible, agarrado al recuerdo de “Diez negritos” y seducido por el eléctrico juego de manos de “Sospechosos habituales”, ideó el realizador francés, Régis Roinsard, un filme que teniéndolo todo para divertir hace todo lo posible por aburrir.

A Stephen King no le gustó nunca lo que Stanley Kubrick hizo con “El resplandor”(1977). Para el escritor, el cineasta era de hielo y su adaptación carecía de alma. Lo cierto es que Kubrick se apropió de la novela y borró el ADN de su progenitor. Abordó su filme, fiel a su gélida geometría. Elevó el cine de terror a la categoría de cine de culto. Algo insólito para un público que hace ascos a la fantasía.

Sostenida por el vaciamiento superlativo de Joaquin Phoenix, el actor digiere el libro de estilo del De Niro de “Taxi Driver” y “Toro salvaje”; “Joker” ya es leyenda. Posee el carisma de las obras de culto. Su director y coguionista, Todd Phillips, se ha movido como quien sabe que ha compuesto la partitura de su vida. Todo roza la excelencia. Todo rezuma solvencia. Le sobra calidad y regala a diestro y siniestro inquietantes paradojas.