Como nació con hambre de Óscar y con el colmillo retorcido y como su lecho se quiere ocultista y su prosa rebosa simbolismo, «The brutalist» impone una presencia demoledora. Provoca una fascinación desconcertante porque nada hay en ella con lo que se pueda empatizar.

Fue en los nerviosos 90, cuando Abbas Kiarostami obró un milagro. Durante esos años, películas como «Close-Up» (1990), «El sabor de las cerezas» (1997) y «El viento nos llevará» (1999) entre otras, impusieron el llamado cine posrevolucionario de Irán en el panorama de los mejores festivales internacionales de cine.

Bajo el disfraz de una nueva revisitación al Holocausto judío, se agita este hermoso, inteligente y complejo tratamiento cinematográfico sobre el ser humano y su comportamiento social. Sin solemnidad y sin altisonancias «A real pain» aporta mucho más de lo que parece prometer y más de lo que aparenta.