Abundan las interpretaciones, con mayor o menor autoridad etimológica, sobre el origen y significado de expresiones como la que da título al tercer largometraje del esforzado Jordan Peele, un cineasta de origen afroamericano que recoge el testigo edulcorado de la reivindicación racial de Spike Lee.
Sin novedad en el frente. En “Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?” se mantienen las mismas constantes, virtudes y carencias de sus dos obras precedentes: “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” (2014), y “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho ahora?” (2020). Su relato es consecuencia de ellas y su existencia da noticia de su éxito comercial, de su buena taquilla.
Hace doce años, con un filme de naturaleza híbrida, un ensayo de docu-ficción, “The Arbor”, irrumpió la directora británica Clio Barnard. Su película buceaba en el recuerdo de Andrea Dunbar y su obra de teatro, titulada como la película. Recuperaba una biografía prematuramente rota y la confrontaba con su obra y la hija de ésta.
La historia de Johan, el relato de su biografía, nos es contada por el propio Johan, un personaje al que, como señala su título, el mundo parece odiarle pero al que la película, su director y su guionista, definitivamente quieren que se le quiera por encima de todo.
En apenas cinco minutos, los mejor filmados de toda la película, se nos presenta a la “bestia”. En esos fulgurantes y terroríficos destellos, dominados por la oscuridad, se nos previene sobre el “modus operandi” del monstruo y se nos informa del por qué de su comportamiento. En esos instantes inaugurales, se escenifica la llamada ley de la selva.
Autor, entre otras, de “Días de fútbol” (2003), “Días de cine” (2007) y “Tenemos que hablar” (2015), David Serrano acaba de salir más que airoso de la serie de televisión “Vota Juan” (2019). Ese proyecto protagonizado por Javier Cámara a partir de la idea de Juan Cavestany y Víctor García León sobre la mediocridad de los políticos de hoy en día, le ha dado “alas” a un director empeñado en responder sin chabacanería a eso que llamamos cine comercial.
Los acontecimientos que forjaron la aparición de la novela “Maria Chapdelaine”, como el periplo que se desparrama en su interior, nada supo de las prisas. El tiempo que refleja, hecho de veranos cortos e inviernos duros, en sus manos (a)parece (como) una cuestión flexible, líquida.
Lo único históricamente ajustado a lo real, lo que existió en este territorio colonizado por Gran Bretaña en el continente indio, en ese tiempo que recrea “RRR”, fueron sus dos protagonistas: Alluri Sitarama Raju y Komaram Bheem.
En “La ciudad perdida”, deshilachada copia de “Tras el corazón verde”, Sandra Bullock salvaba los muebles del proyecto porque, durante unos minutos, Brad Pitt aparecía en su ayuda. El filme de los hermanos Nee evitaba el siniestro total gracias a un cameo largo e irreprochable del “Aquiles” de “Troya”.
Salvo unos breves instantes, todo lo que recoge este filme testimonial y reivindicativo transcurre en los habitáculos de las Urgencias de un hospital parisino. Su tiempo de ficción, aquel en el que “La fractura” muestra sus efectos, corresponde al otoño de 2018, a los días de humo y sangre de las huelgas de los llamados chalecos amarillos.