Aunque solo sea por los buenos tiempos que Neil Jordan nos ha regalado, podemos incluir en ellos desde “Mona Lisa” a “Entrevista con el vampiro”, de “Michael Collins” a “Juego de lágrimas”, sería una imperdonable descortesía no prestar atención a sus nuevos trabajos. Cierto es que Jordan, que acaba de cumplir los 73, hizo lo mejor de su cine en el siglo XX, cuando su Irlanda natal se desangraba en una lucha fratricida.

Un principio fundamental para quienes se dedican al oficio del cine les/nos recuerda que lo que en el papel -en la pantalla del ordenador- no se asienta con firmeza, la gran pantalla del cine nos lo arrojará a la cara. En “Fatum”, o sea en el destino, el hado, la “Moira”, hay síntomas de mala digestión.

Se dice que Quentin Tarantino, referido como si su criterio fuera la voz del juez supremo, afirmó que “Big Bad Wolves”, el filme israelí en el que se basa el remake de Gustavo Hernández, fue “la mejor película del año”. Como siempre, el autor de “Kill Bill” exageraba, pero como siempre, con buen olfato.

De bandera danesa pero aflicciones iraníes, “Holy Spider” parece adentrarse en parecido terreno al que dio a Bong Joon-ho su proyección internacional: “Memories of Murder” (2003). Como se recuerda, o como se puede rastrear, el director de “Parásitos” emitió señales inequívocas de su talento con un oscuro “thriller”…

Scott Cooper, director y guionista de “Los crímenes de la academia” pretende sostener con este filme un homenaje extraño y ambivalente en torno a la figura de Edgar Allan Poe. Recordemos que el título en castellano no es sino una perezosa y arbitraria reinvención de “The pale blue eye”, algo que emana del universo de Poe

Teniéndolo todo, como María de la O, Mark Mylod -que desgraciadito-, no logra hacer casi nada. En apenas diez minutos, la mirada espectadora menos resabiada ya ha intuido que no cabe esperar mucho de «El menú». Que su carta es vieja, tópica, banal. Que se mueve entre la comedia y el suspense para acabar por asumir que no sabe provocar ni agobio, ni misterio. Que en esa cocina la sal ha desaparecido y la gracia no existe.

Zhang Yimou levanta la bandera del cine chino desde hace cuatro décadas. Hemos visto transformarse al país mas poderoso del mundo y Zhang Yimou permanecía fiel a sí mismo. Lo ha tenido todo y se le ha despojado de casi todo. Eso incluye las bendiciones y descalificaciones de la crítica y de los festivales.