Cuando nació Guan Hu (Beijing, 1-VIII-1968), en pleno verano, la revolución cultural de Mao, el segundo yerro y horror del Gran Timonel, ya había dado de sí todo lo que podía. Sobre todo dejaba atrás mucho sufrimiento para las gentes ilustradas.

Si algo se inicia con «Whole Lotta Love» de Led Zeppelin y el primer plano lo ocupa Brad Pitt, nada puede ir mal. ¿Nada? Esa es la cuestión, que salvo el legendario tema de Robert Plant y Jimmy Page escrito en 1972, y la presencia de un Brad Pitt que cada día se parece más al Robert Redford de los años 70, nada hay en esta película, construida para la gloria de la Fórmula 1 y la legitimación del imperio árabe del lujo y el petróleo, merecedor de ser tenido en cuenta.

Nieta de Francis Ford Coppola y sobrina de la también directora y guionista Sofía Coppola, a Gia Coppola (Los Ángeles, 1987) el cine mecía su cuna. Gia representa el brote nuevo de una casta familiar abundante en nombres propios, guiada y, al mismo tiempo, cegada y deslumbrada, por la figura del creador de la mejor trilogía cinematográfica sobre la llamada (en ese caso perversa) del ADN y la ambición desmedida: «El padrino I, II y III». Gia creció bajo la tutela de Sofía Coppola.