Más de mil episodios le preceden, compilados en un centenar largo de volúmenes manga que empezaron a editarse en 1997. Sus ventas son multimillonarias y su autor, Eiichirō Oda, luce el récord de haber vendido más de 500 millones de copias de su criatura sin determinar el incontable “merchandising” y sus múltiples manifestaciones.

Aunque los cimientos sobre los que se construye “El rey ciervo” provengan de la obra de Nahoko Uehashi, reconocida narradora de literatura fantástica y autora entre otros relatos de “Moribito”; la sombra de “La princesa Mononoke” sobrevuela y vigila de manera omnipresente todos y cada uno de los intersticios de esta versión en anime de “El rey ciervo”.

Convertido en la revelación del momento, el cineasta japonés Ryûsuke Hamaguchi ha emergido en el año más difícil de cuantos llevamos en el siglo XXI a lomos de la fuerza del verbo. Su cine se llena de palabras y con ellas, desde ellas, Hamaguchi extrae emociones y teje relatos deslumbrantes, brillantes, rotundos.

Hace veinte años se estrenó “Millennium Actress”; hace diez, murió su creador. La película es una pieza de orfebrería, una de las más románticas y bellas historias jamás concebida. El cineasta, Satoshi Kon, mangaka, guionista y fascinante fabulador, merece un lugar entre los más grandes; al lado de Ingman Bergman y próximo a Dario Argento, junto a Chris Marker y a la altura de John Ford.

Entre “First Love” y la primera entrega de “Dead or Alive” han pasado veinte años. En referencias de alta productividad, al estilo de Clint Eastwood o Woody Allen, hablaríamos, asombrados, de que en esas dos décadas, cada uno de ellos ha producido casi una quincena de películas. En ese tiempo Takashi Miike ha filmado casi medio centenar de largometrajes, varias series de televisión y un sin fin de proyectos de todo tipo.