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Así como Akiva Schaffer no es David Zucker, el final de los 80 y los primeros 90, poco tienen que ver con estos histéricos años 20 sustentados sobre la madre de todas las mentiras. Farsas judiciales, falsedades políticas, patrañas económicas y calumnias bélicas circunvalan el tiempo histórico de esta nueva incursión en el cine disparatado, el de la acumulación de bromas políticamente incorrectas. Es la hipérbole del «caca, culo, pis».

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Si algo se inicia con «Whole Lotta Love» de Led Zeppelin y el primer plano lo ocupa Brad Pitt, nada puede ir mal. ¿Nada? Esa es la cuestión, que salvo el legendario tema de Robert Plant y Jimmy Page escrito en 1972, y la presencia de un Brad Pitt que cada día se parece más al Robert Redford de los años 70, nada hay en esta película, construida para la gloria de la Fórmula 1 y la legitimación del imperio árabe del lujo y el petróleo, merecedor de ser tenido en cuenta.

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Ahora que la fórmula da síntomas de agotamiento, cuando tanto la Marvel como la DC dan bocanadas de agotamiento y desorientación, proliferan las dentelladas críticas contra la insustancialidad de un subgénero que agoniza. «Madame Web», un retruécano argumental de Spiderman y sus incontables secuelas en clave femenina, ha salido muy mal parada tras su estreno mundial

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A estas alturas, cuando uno descubre el nombre de Matthew Vaughn al frente de un proyecto fílmico, ya sabe a qué se enfrenta. Autor de títulos tan transparentes y poco ambiguos como «Kick-Ass» (2010), «X-Men: primera generación» (2011) y «Kingsman: servicio secreto» (2014), este director londinense nacido al comienzo de los años 70, se mueve con agilidad e ingenio dentro de ese cine con vocación mainstream que mezcla acción con humor, caricatura ácida con aventura destroyer, sabedor de que no debe perder de vista al gran público.