Cuando en 1955 Orson Welles rodó «The Land of the Basques», lo hizo, como es natural, con la prosa cinematográfica del cine documental de su tiempo. Eso reclamaba una actitud didáctica e imponía el protagonismo del cineasta que era quien interactuaba con los desconocidos protagonistas de su acta notarial sobre el País Vasco.
Alex Gibney, director de «In Restless Dreams», utiliza tres horas y media para confeccionar un documental atractivo, aleccionador y, sorprendentemente, liviano. Cada persona que se enfrente a estos 209 minutos seguro que podría sugerir algún (pequeño) recorte, quizá algo más de síntesis y por qué no, suprimir algunos meandros.
Manolo Kabezabolo (Manuel Méndez Lozano, Zaragoza, 1966), pertenece al universo inencasillable de los versos libres. En algún lugar olvidado, pero cerca de Evaristo de la Polla Records, y de Eskroto (Marco Antonio Sanz de Acedo) de «Tijuana in blue», se ubica este cantautor punk cuya peripecia vital resulta tan dantesca como irreductibles se muestran las letras de sus canciones.
Tres noches, siete cámaras y un vendaval de energía, ironía y talento musical fue cuanto necesitó Jonathan Demme para caligrafiar el acta notarial de lo que hoy se considera uno de los mejores conciertos jamás filmado.
Cuando semanas antes de su estreno en el SSIFF 2023, algunas voces protestaron por su inclusión en el festival donostiarra, aquella queja me pareció plenamente justificada. No por los motivos que se aducían, «dar voz a un monstruo» decían, sino por una razón mucho más prosaica y objetiva.
Paloma Zapata, (Murcia, 1979), directora de «La Singla», estudió Bellas Artes, fundó su propia productora, «La Fábrica Naranja, y lleva inmersa en el mundo de la música desde sus primeros pasos en el lenguaje audiovisual, allá por el comienzo de los 2000.
La imagen más repetida, ¿responsabilidad de los tres directores?, muestra a C.Tangana en una composición deudora de la arquetípica escena de la última cena. Ahora bien, no estamos ante la procacidad combativa del Buñuel de «Viridiana», no hay aquí el más mínimo asomo de beligerancia iconoclasta.
Con el estreno de «Orlando. Mi biografía política» nos enfrentamos al menos a tres facetas creativas de Paul B. Preciado de muy diferente naturaleza. Ensayista, comisario de arte contemporáneo y realizador de cine, la figura de Preciado se ha impuesto en los últimos años como una de las personalidades más singulares de la actualidad.
Con el declinar de los grandes cineastas italianos surgidos del neorrealismo, cuando el final de la guerra empezó a parecer lejano ante los nuevos problemas que sacudían a la Italia de la prosperidad, apareció un cineasta singular y, hoy lo sabemos, de extraordinaria coherencia, llamado Marco Bellocchio.
Gigante en tiempo de gigantes, Umberto Eco alumbró el saber en la segunda mitad del siglo XX. Semiólogo, filósofo, pensador, escritor, activista…, por encima de todo fue un heterodoxo al que le gustaba transitar por los espacios en penumbra.