Una lectura rápida al cuento original de Andersen nos descubre un relato complejo, terrible y aleccionador. Dos horas largas del filme de Rob Marshall inspirado en el cuento de Andersen, nos aportan un fútil, previsible y aburrido constructo que se mantiene a flote por sus efectos especiales y por la presencia de una Halle Bailey que merecería haber dado con un verdadero cineasta, no con un coreógrafo.

Aunque formalmente en nada se parezca la película de Yasuhiro Yoshiura a “Ghost in the shell” (1995) de Mamoru Oshii, un cordón, apenas perceptible, une ambos relatos y da noticia del cambio de sensibilidad e intereses entre el final del siglo XX y el tercer decenio del siglo XXI. Por edad, Yoshiura podría ser hijo de Oshii.

Lo señala el director, Brett Morgen, desde el mismísimo título: “Ensoñación lunar”. De eso, de una fantasía inaprensible y espectral, de un alienígena de mil máscaras sin ningún rostro real es de lo que trata este documental tan fascinado por la persona que refleja, como obnubilado por el personaje que desde su interior nos habla sin cesar.

Autor, entre otras, de “Días de fútbol” (2003), “Días de cine” (2007) y “Tenemos que hablar” (2015), David Serrano acaba de salir más que airoso de la serie de televisión “Vota Juan” (2019). Ese proyecto protagonizado por Javier Cámara a partir de la idea de Juan Cavestany y Víctor García León sobre la mediocridad de los políticos de hoy en día, le ha dado “alas” a un director empeñado en responder sin chabacanería a eso que llamamos cine comercial.

Concebida con voluntad de creador con mirada propia, la estructura ósea que sostiene este retrato de Elvis lleva el ADN de Baz Luhrmann. En consecuencia sus huesos, ese calcio que le alimenta, exhiben la trayectoria del cineasta australiano que modernizó el “Romeo y Julieta” de Shakespeare, el mismo que barroquizó hasta lo circense la atmósfera parisina de “Moulin Rouge” y el que reinventó el mundo del “Gran Gatsby”.

Cuando los viejos dinosaurios sienten que su tiempo de esplendor agoniza, cantan. Lo hacen para espantar su decadencia, para disfrazar su declinar. La lista es larga; de Wim Wenders a Carlos Saura o Fernando Trueba.
Es sospechosamente frecuente que algunos directores se refugien en el cine musical para sortear la desactivación de lo que su cine significó en su origen.

En “Las ventajas de ser un marginado” (2013) Stephen Chbosky no solo adaptó y dirigió su propia novela, “The Perks of Being a Wallflower”, sino que abrió un territorio diferente al cine protagonizado por adolescentes. A este escritor y realizador de cine, nacido en Pittsburgh hace 51 años, no le interesaban ni los excesos juveniles hechos de rebeldes de poca causa y mucho miedo, ni los “Porkys” prealcoholizados.