En su anterior filme, «La chica del brazalete», una implacable inmersión en el pantanoso terreno de la justicia, la moral y la ética, su protagonista, Lise, una presunta criminal adolescente, fue interpretada por Melissa Guers.
Formalmente irreprochable, «El asesino» ha sido filmada con la precisión de un geómetra esclavizado por el lujo. En esta «still life» la poderosa sombra de Netflix vuelve a ser sospechosa de banalizar lo que toca en aras al éxito de audiencia.
Cuando en la zona nuclear de la cloaca máxima del narcotráfico francés en el que esta película bucea, un juez español esboza la cartografía de esa red de redes, el estupor quiebra el verosímil.
ste Maigret/Depardieu camina con la solemnidad luctuosa del elefante malherido que ha iniciado su última marcha. Leconte inicia su incursión en la prosa de Simenon con un montaje paralelo. De una parte asistimos a una revisión médica.
Graham Moore tiene 40 años, proviene de alta cuna, su madre fue jefa de gabinete de Michelle Obama, y cuando todavía no había cumplido los treinta su novela debut, “El hombre que mató a Sherlock Holmes”, se convirtió en el best seller de moda.
El bigote de Hércules Poirot, la causa de su ausencia-presencia, da pie a un preámbulo bélico el que se nos describe, en blanco y negro, la juventud del carismático personaje creado por Agatha Christie. Digamos que esta nueva adaptación del relato escrito por la llamada reina del «¿quién es el asesino? (whodunit)», en 1937, nada nuevo aporta a lo ya mostrado por ejemplo en el convencional filme de Guillermin (1978).
Ópera prima de Kim Yong-hoon, “Nido de víboras” crece sobre los mejores precedentes de una de las cinematografías más en forma de los últimos años, la de Corea del Sur. Con esa lección bien aprendida, Kim Yong-hoon construye su nido a partir del camino abierto por cineastas como Park Chan-wook y Bong Joon-ho.
“La casa Gucci” nació, al parecer, gracias al olfato de la esposa de Ridley Scott quien, tras tener noticias del libro de Sara Gay Forden, entendió que allí había materia para una película importante. Así que, para garantizar su importancia, Ridley Scott puso todo su empeño para enrolar a un reparto impresionante.
La película se abre con imágenes de bomberos saltando en paracaídas para descender allí donde reina el fuego. Termina con sus protagonistas chamuscados y en tierra firme tras una aventura que promete más de lo que da. Especialmente por la falta de tensión en el relato y por la escasa hondura en el modelado de los “malos” de un filme cuyo leit motiv se nos oculta.
Hace ya casi veinte años, Rian Johnson se abrió paso en el circuito indie como una gran promesa gracias a un filme algo contrahecho y evidentemente resabiado titulado “Brick”. Aquel «ladrillo» nacía del injerto estrafalario entre el universo negro y desesperanzado de Dashiell Hammett con el desenfado juvenil del Richard Doner de “Los Goonies”.