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Si en un relato cinematográfico aparece un arma en algún momento de su comienzo, no hay duda de que al final será disparada. Esa ley sin proclama se cumple a rajatabla en “El hijo”. Y en cuanto se cumple, ratifica lo peor que el filme de Florian Zeller representa: una ortopedia argumental y una sensación de falta de originalidad en la dirección.

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s posible que la jovencísima Catherine Clinch (Ranelagh, Irlanda, 2010) sea en el futuro una dama de la interpretación. Hoy y aquí nos regala una presencia magnética, al estilo de la Ana Torrent de “El espíritu de la colmena” y “Cría cuervos”. Dicho de otra manera, sin ella, “The quiet girl” resultaría muy difícil de imaginar.

Los primeros pasos de Darren Aronofsky. sonaron alto pero eran oscuros. Sin un duro, rodada en blanco y negro, “Pi: El orden del caos” (1998), la fábula de un matemático paranoide convencido de que todo en la naturaleza puede ser representado a través del número, fue para este neoyorquino lo que “Cabeza borradora” para David Lynch.

Más de tres lustros separan “Clases particulares” y “Lo importante”, los primeros cortos de Alauda Ruiz de Azúa (1978), de “Cinco lobitos”, su primer largometraje, ganador -entre otros premios-, de la Biznaga de Oro a la mejor película del festival de Málaga 2022. Dicho de otro modo, la vida cinematográfica de esta directora de Barakaldo no ha sido ni sencilla, ni regalada.

“Alcarrás”, como “Verano 1993”, filme que sirvió para presentar y consolidar la figura de su directora, Carla Simón, habla de personas cercanas, de gente corriente; filma lo familiar y observa lo de casa. Sus moradores pertenecen a la esfera de lo íntimo y personal. A la de quienes no mastican relatos con caligrafía de alcurnia y pretensión.