Diez años ha estado Diego Llorente dando vueltas a esta película. Diez años para, finalmente, tener que rodar a toda prisa y con dinero escaso durante tres semanas y sin aliento. Esa mezcla de poso hondo e inmediatez de guerrilla, empapa un filme que se mantiene ágil y preciso en torno a Katia Borlado.

Cinco años separa «Campeones» de «Campeonex» pero conceptualmente entre ellas se abre un abismo generacional, el que marca la división del siglo XX y el siglo XXI. En el filme de 2018, Javier Fesser hacía una ingeniosa digestión del cine deportivo que desde los años 30 y 40 ha venido practicando el Hollywood clásico.

Escritor antes que director, Olivier Treiner debuta con un largometraje en el que pesa más la letra que la imagen. De ahí que su esqueleto termine por asfixiar la empatía de sus principales personajes quienes, pese a su buen oficio, se van perdiendo cada vez más en la idea pretextual de su origen. Un leit motiv demasiado denso para tan escasa capacidad audiovisual.

Con el declinar de los grandes cineastas italianos surgidos del neorrealismo, cuando el final de la guerra empezó a parecer lejano ante los nuevos problemas que sacudían a la Italia de la prosperidad, apareció un cineasta singular y, hoy lo sabemos, de extraordinaria coherencia, llamado Marco Bellocchio.

Filmado como si fuera una escena de fantasmas, “Todos somos Jane” se abre en medio de una gala social en Chicago. Arranca con un fundido en negro y con la voz en off de algunas proclamas. No cuesta trabajo percibir que se trata de una fiesta convencional de discursos protocolarios y espejo de vanidades.