Calidad y heterogeneidad en los tres filmes a concurso marcan la
jornada del sábado

De mujeres y maestros

Es costumbre que el equipo del SSIFF arranque el festival con un golpe
de autoridad. La 70 edición no ha roto la tradición. Dos directores
bien conocidos en San Sebastián y una joven debutante conformaron una
jornada de cine sereno y adulto, cine de buena factura y ninguna
concesión. Gustarán más o menos “Girasoles silvestres” de Jaime
Rosales, “El suplente” de Diego Lerman y “Runner” de Marian Mathias,
pero las tres películas se perciben como propuestas coherentes y
austeras en tiempos de plataformas comerciales regidas por algoritmos
deseosos de sangre, sexo y violencia.

Empecemos por la que se vio primero, por la propuesta norteamericana.

Cuando una debutante se impone en la sección oficial a concurso dentro
de un festival que tiene a su vez una sección dedicada a los nuevos
realizadores, se nos está diciendo desde el propio festival que
estamos ante una estupenda propuesta. De hecho se nos afirma que, a su
juicio, está entre las mejores de toda la relación de las muchas
presencias de quienes forman parte de esas quince obras que
constituyen el “New Directors” de la 70 edición. Eso cabría aplicarle
a Marian Mathias (1988), una realizadora nacida en Chicago, forjada en
Nueva York, autora de una serie de cortometrajes bien recibidos y
bendecida por Cannes. “Runner”, una “road movie” extraña que se
presentó el primer día del SSIFF al frente de una sección oficial
donde es evidente que quienes bajan la media de la edad de quienes
dirigen, tienen nombre de mujer.

En cuanto a Marian Mathias, no se conforma sólo con dirigir. Ella hace
casi todo en “Runner”. Además de la realización, ha escrito y editado
un relato que en apenas 76 minutos dibuja un periplo iniciático. Un
final que preludia un nuevo comienzo. En el fotograma más difundido de
“Runner” se hace evidente un reflejo a “Butch Cassidy and the Sundance
Kid” de George Roy Hill; al inolvidable paseo en bici de Paul Newman y
Katharine Ross. Antes de tirar de ese hilo, conviene no obviar que
Marian Mathias llega hasta aquí proveniente no tanto de una cinefilia
de filmoteca como de un “master” en Artes Plásticas. En eso que la
constituye como cineasta, pesa más la mirada, el presente y la
incierta bruma del futuro que la trastienda del freakie de cineteca y
el sólido valor de la nostalgia. Eso no le impide salpicar su filme
intimista con referencias al western.

Con cámara al estilo de los Dardenne, bicicleta incluida, “Runner”
recorre el paisaje que queda en la América profunda cuando nada queda
de Billy el niño. Rigurosa, austera, certera, Marian Mathias, filma con
extraordinaria coherencia, un periplo funerario que intenta abrirse a
la vida. En realidad, con intención o sin ella, podría decirse que
“Runner” recrea “El caballo de Turín” de Béla Tarr en clave de
esperanza.

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