No todas las semanas se estrena un filme peruano y de no mediar El Deseo como productora, probablemente la película de Salvador del Solar, «Ramón y Ramón», se hubiera conformado con asomarse por algún festival.
Dado que la sustancia nuclear de «El jockey», lo que le confiere su singularidad, gira en torno al tema de la identidad, habrá que exponer que solamente desde esa quimera argentina de psicoanálisis y mate es posible crear un filme como éste. Solo un «pibe» sin freno puede bailar tan agarrado a Kaurismäki como mostrarse transido por Lynch.
Cuando Coppola realizó «La ley de la calle» (1983) tras los destellos luminosos de «El
Padrino I y II» y «Apocalypse Now», el director norteamericano se asfixiaba en su
tiempo de naufragio. Su «Corazonada» se había estrellado y su experimento con
Wenders, «Hammett», habia acabado en medio de un estrépito de desavenencias y
desacuerdos.
Cuando en 1955 Orson Welles rodó «The Land of the Basques», lo hizo, como es natural, con la prosa cinematográfica del cine documental de su tiempo. Eso reclamaba una actitud didáctica e imponía el protagonismo del cineasta que era quien interactuaba con los desconocidos protagonistas de su acta notarial sobre el País Vasco.







