Un solvente reparto, medios apropiados y una idea argumental tal vez poco original pero no carente de atractivo, suman en “La piscina” menos de lo que cabría esperar.
Ganar en Sitges el máximo galardón en una competición a cara de perro y altamente especializada en el género del terror no está al alcance de cualquiera. Hacerlo con una valoración crítica muy favorable y sin provocar controversias, tampoco.
Por tercera ocasión consecutiva coinciden en esta revisitación de evidente éxito comercial al mundo de Agatha Christie, el actor y director Kenneth Branagh, el guionista Michael Green y la citada herencia literaria de Christie, centrada en sus novelas dedicadas a Hércules Poirot.
Aunque para la generación de Sam Raimi, 1981 parezca ayer, 42 años separan esta “Posesión infernal” de la que le vio nacer. Aunque la trama argumental, las estructuras del relato, los fundamentos y hasta las intenciones puedan parecer idénticas, nada es lo mismo por más que ahí sigan Bruce Campbell, solo su voz, y, entre las sombras de la producción, el propio Sam Raimi.
“Tin y Tina” nace de un cortometraje que ahora dura casi dos horas. Y nace bien. Con un guión meditado y personal, nada que ver con ese cine de consenso festivalero que se mueve entre la anorexia y el onanismo. Rubin Stein introduce en su primer largo alto voltaje. Sin duda “Tin y Tina” merece un pormenorizado estudio y que, dada la humildad de su presupuesto, corre el riesgo de pasar inadvertido.
Se dice que Quentin Tarantino, referido como si su criterio fuera la voz del juez supremo, afirmó que “Big Bad Wolves”, el filme israelí en el que se basa el remake de Gustavo Hernández, fue “la mejor película del año”. Como siempre, el autor de “Kill Bill” exageraba, pero como siempre, con buen olfato.
Lo que pone en marcha “The Offering”, o sea “La ofrenda”, se debe a una cuestión de retorno. La del regreso a la casa del padre donde, como no puede ser de otro modo, hay cuentas del pasado sin saldar.
Scott Cooper, director y guionista de “Los crímenes de la academia” pretende sostener con este filme un homenaje extraño y ambivalente en torno a la figura de Edgar Allan Poe. Recordemos que el título en castellano no es sino una perezosa y arbitraria reinvención de “The pale blue eye”, algo que emana del universo de Poe
El último filme de Santiago Mitre, coescrito con su colaborador habitual, Mariano Llinás, rinde homenaje al tema instrumental compuesto en 1952 por Sidney Bechet, “Petite fleur”. El mismo año que Bechet murió, 1959, Fernand Bonifay y Mario Bua escribieron, para esa canción, un poema de desolación y desamor con el que definitivamente convirtieron la pieza en un tema clásico, o sea sin fecha de caducidad.
El nombre de «Venus», en este filme de Jaume Balagueró , designa a un edificio de viviendas que se levanta como un monumento desolado en medio de una urbanización de arrabal y abandono. Su protagonista, Lucía, «la que trae la luz», es hermana de Rocío, «la que tiene gracia», la de la humedad del amanecer.