«El baño del diablo» amanece con los preludios de una boda. Se despide, periclita, con un ritual de sangre humana ebrio de grosera ignorancia.
«No hables con extraños» se puede definir como un modelo, como un mal viaje y como un thriller perturbador y molesto. Es modelo de imitación, un fiel exponente de ese vampirismo hollywoodense que, agotado de repetirse, no duda en comprar de cualquier parte del mundo lo que olfatean como carne de éxito.
En el comienzo de este filme inquietante, sórdido y enfermo está «La matanza de Texas» (1971) de Tobe Hooper. Sin ella «De naturaleza violenta» no podría haber existido. De aquellos genes, estos miedos. De aquellos excesos, estos horrores.
Cerca, mucho más cerca a «Les Revenants» (2004) de Robin Campillo que al legado de George A. Romero, Thea Hvistendahl (Oslo, 1989) debuta con un filme lúcidamente triste, desconsolado hasta el dolor y apesadumbrado sin remedio.
No es fácil dedicarse a la misma profesión que el padre, cuando éste ha hecho historia. Sin embargo, de vez en cuando, surgen cachorros dispuestos a competir con la sombra de la leyenda paterna. En el mundo del cine los casos son numerosos y los resultados dispares, de todos los colores.
Estrenada en algunas salas como antesala de su presentación en Filmin, «El último Late Night» de los hermanos Cairnes ya se reconoce como obra de culto. Esta cita «con el diablo» que triunfó en la última edición del festival de Sitges, se comporta como una película de referencia; un texto relevante sobre el cine de terror de la tercera década del siglo XXI cuya proyección crecerá, por lo que conviene no perderse este estreno restringido.
Un solvente reparto, medios apropiados y una idea argumental tal vez poco original pero no carente de atractivo, suman en “La piscina” menos de lo que cabría esperar.
Ganar en Sitges el máximo galardón en una competición a cara de perro y altamente especializada en el género del terror no está al alcance de cualquiera. Hacerlo con una valoración crítica muy favorable y sin provocar controversias, tampoco.
Por tercera ocasión consecutiva coinciden en esta revisitación de evidente éxito comercial al mundo de Agatha Christie, el actor y director Kenneth Branagh, el guionista Michael Green y la citada herencia literaria de Christie, centrada en sus novelas dedicadas a Hércules Poirot.
Aunque para la generación de Sam Raimi, 1981 parezca ayer, 42 años separan esta “Posesión infernal” de la que le vio nacer. Aunque la trama argumental, las estructuras del relato, los fundamentos y hasta las intenciones puedan parecer idénticas, nada es lo mismo por más que ahí sigan Bruce Campbell, solo su voz, y, entre las sombras de la producción, el propio Sam Raimi.