Hace un par de años, Yeon Sang-ho se puso a seguir el camino abierto por autores ya consolidados como Park Chan-wook, Bong Joon-ho, Kim Ki-duk y Kim Jee Woon. Sang-ho hacía con el cine de animación lo que sus hermanos mayores habían conseguido con las películas que algunos llaman de carne y hueso.

Nicholas Stoller, profesional británico enrolado en la industria norteamericana, presenta unas credenciales que, si se estrujan,dan como mínimo común denominador la búsqueda del éxito popular a cualquier precio. Dicho en clave industrial, Stoller milita en ese cine llamado comercial que huye del riesgo casi tanto como del talento.

Lo banal, o sea lo trivial y común no debe confundirse con lo anodino. Lo anodino es sinónimo de lo insignificante, lo ineficaz y lo insustancial. De lo banal sabía mucho Oscar Wilde, un genio de la sutileza y el humor. De lo anodino sabe casi todo esta película imposible que echa mano de ese subgénero que es la comedia romántica abrochada a la subtrama de lo grastronómico.