La cruz de la mentira
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Título Original: SAIB Dirección y guión: Yeon Sang-ho Producción: Cho Youngkag Música: Jang Youngkyu Montaje: Lee Yuenjung Diseño de producción: Byun Kihyun Nacionalidad: Corea del Sur. 2013 Duración: 101 minutos ESTRENO: Mayo 2014

Hace un par de años, Yeon Sang-ho se puso a seguir el camino abierto por autores ya consolidados como Park Chan-wook, Bong Joon-ho, Kim Ki-duk y Kim Jee Woon. Sang-ho hacía con el cine de animación lo que sus hermanos mayores habían conseguido con las películas que algunos llaman de carne y hueso.
Su The King Of Pigs (2011) pese a la humildad de medios, pese a la tosquedad y primitivismo de su acabado formal y muy lejos de la perfección estilística de los maestros japoneses como Miyazaki, Takahata, Satoshi Kon y Mamoru Oshii, daba la cara allí donde se juega de verdad el destino un relato cinematográfico: en el interés de su contenido. Fue el suyo un debut fulgurante, (in)tenso y doloroso.
En un panorama dominado por el poderío norteamericano cuyas raíces entroncan con Disney y cuyo presente se aferra a Pixar; en un estado de la cuestión en el que Japón alcanza la excelencia y en Europa, los viejos maestros de la tradición checa, polaca y británica se alzan como hitos, en cuyas cumbres habitan o habitaron grandes genios, la presencia del cine de Yeon Sang-ho ratifica la extraordinaria vitalidad del cine de Corea del Sur.
Si en Corea del Norte, se fabrican con mano de obra barata buena parte de las series de animación del mercado internacional, en Corea del Sur, Yeon Sang-ho se adentra en un cine extraordinariamente adulto, asentado en un formalismo clásico hecho de sana insolencia. Allí donde los demás ponen dinero, Sang-ho derrama osadía y vitriolo.
The fake empieza allí donde Cosecha roja (Red Harvest) de Dashiell Hammett hincaba la rodilla ante la deriva inmoral de la condición humana. Sang-ho ha corroído hasta la cañada los mejores ejemplares del cine negro americano de los años 30 y 40; ha penetrado hasta el corazón de la zona cero del noir francés de los años 50 y sin duda no es ajeno a la amargura experimentada por los Fuller, Ray, Huston e incluso el Polanski de Chinatown. Autores que supieron del destierro a cambio de poder respirar algo de aire no corrompido por el fanatismo ideológico de su tierra natal.
The fake describe la desesperación de un antihéroe, un pecador arrebatado que maltrata a su familia, se bebe la vida y se juega lo que no tiene. Un verdadero bastardo cuya rabia y desesperación destella en medio de una sociedad bienpensante y religiosa hecha de mentiras y perversión. Una cruz preside el escenario central del filme; una cruz iluminada como el neón de un club nocturno. Allí se congregan feligreses de un pueblo que va a ser anegado por la construcción de un pantano. Allí la superstición, la impostura, el engaño y la manipulación lo preside todo. Su protagonista es una encarnación maligna de un Phillip Marlowe sin licencia ni profesión; su gesto rezuma más escepticismo que el personaje de Chandler y su periplo toma prestado de Park Chan-wook, la ferocidad de Old Boy. Con esos ingredientes, Sang-ho hace volar un filme cuya animación no supera el grado técnico del anime de los años 70 pero cuya intensidad dramática le hace comparable a los más bellos y desgarradores dramas humanos. Aquí descansa la oración subterránea de un martillo de falsos creyentes, un anticlerical que echa del templo a los mercaderes, que quema los recintos sagrados y que grita contra dios al mismo tiempo que se arrodilla para entonar un mantra sin dueño.
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