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Lo que ocupa a Sorrentino en «Parthenope» arranca en los años 50 y se despide, concluye sería decir demasiado, en el tiempo presente sin que a lo largo de las más de dos horas de su duración quepa percibir algo más que la obsesiva insistencia de retratar a Celeste Dalla Porta, un bonito rostro en un bello cuerpo al servicio de un personaje sin alma: la mujer que nunca existió.

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Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) sorprendió a medio mundo con «Canino» (2009). Se había forjado en su Grecia natal, pero conocía bien el cine europeo y la escena teatral alemana. Todavía no había amanecido como cineasta, ni cabía sospechar que sería uno de los referentes del siglo XXI, cuando era evidente que militaba en el terreno surrealista cultivado por Luis Buñuel hace un siglo.

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Thomas Cailley, «Les combattans» (2014), pone en mano de Romain Duris y Paul Kircher una historia que se intuye de dónde parte pero de la que nunca se termina por saber a dónde quiere ir. Ejemplo de lo primero, ese ser y saber, lo da el personaje más joven, un Kircher que aporta una interpretación orgánica de enorme fisicidad hasta hacer creíbles sus permutaciones.

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En la próxima primavera David Cronemberg cumplirá 80 años. El marciano de Toronto entrará en su novena década sin ceder, ni cambiar, un milímetro. “Crímenes del futuro”, como buena parte de su obra anterior, provoca reacciones de estupor, incomodidad, rechazo, asco, perturbación…y una enigmática atracción. Siempre ha sido así por más que luego sus películas no pierden su magnetismo sino que crecen como semillas germinales que alimentan incontables sueños y pesadillas de otros.