La crítica de Bird (2024) de Andrea Arnold explora las tensiones emocionales de una adolescente enfrentando la pobreza y la violencia en el Reino Unido.
A partir de una situación de la que Hirokazu Koreeda (Tokio, 1962) extrajo hace veinte años una de sus mejores obras, «Nobody Knows» (2004), la sueca Mika Gustafson ahonda en la misma temática: niños abandonados por sus progenitores.
Aunque los hechos que acontecen en «How to have sex» los vivió su narradora en la España turística de ahogos etílicos y desahogos sexuales, tierra quemada de desfogue e iniciación a la que se entregan los adolescentes británicos (y no británicos) con oceánica sed de todo; la guionista y directora Molly Manning Walker, decidió ubicar la neblina de sus recuerdos en Malia.
“Sica” es el diminutivo de “Nausica”. Un nombre de origen griego con el que Homero designa a la hija de Alcínoo, el rey de los feacios, la joven que encontró a Odiseo en la playa, tras su naufragio.
Sin Paul Mescal y Francesca Corio, “Aftersun” hubiera sido una película completamente distinta. Una de sus mayores virtudes mana de la sinceridad que transmite, de la autenticidad que supura. Todo surge del entendimiento entre Mescal y Corio; sus miradas echan fuego, sus movimientos hacen coreografía de la no impostura. Del primero, Paul Mescal, ya se sabía que era un notable actor.
Lukas Dhont (Gante, 1991), pertenece a la categoría de directores que empiezan con buen pie sabedores de que su irrupción, su emergencia, coincide con el signo de los tiempos. Su anterior y primer largometraje, “Girl” (2018) impuso con autoridad la fuerza de una reflexión sobre la identidad sexual, la danza y los sentimientos, un discurso que tenía en su principal actor, Victor Polster, un acierto decisivo.
Es posible que en ese movimiento pendular que agita a la zozobra crítica, siempre demasiado pasional y antagónica, siempre en pos de la excelencia y con el colmillo presto para señalar el desatino, Pilar Palomero recibiera más laureles de lo que su primer largometraje, “Las niñas”, merecía.
En “Las ventajas de ser un marginado” (2013) Stephen Chbosky no solo adaptó y dirigió su propia novela, “The Perks of Being a Wallflower”, sino que abrió un territorio diferente al cine protagonizado por adolescentes. A este escritor y realizador de cine, nacido en Pittsburgh hace 51 años, no le interesaban ni los excesos juveniles hechos de rebeldes de poca causa y mucho miedo, ni los “Porkys” prealcoholizados.
En “Libertad”, película que inauguró la sección oficial de una Seminci 2021 sólida y diversa, convergen dos líneas argumentales, un precedente y una mirada homogeneizadora. El precedente fue el cortometraje “El adiós”, con el que Clara Roquet ganó la Espiga de Oro de su modalidad en 2015. En cierto modo, los ecos de aquel funeral se repiten en esta su primera película de larga duración.
Jonás Trueba ha querido distanciarse de sus raíces desde su nacimiento. Nada en su trabajo quiere evocar el hacer de los Trueba que le han precedido. Mejor para él,aunque no siempre lo consigue. Pero aunque solo fuera por ello, por intentarlo, habría que reconocerle a Jonás Trueba un evidente mérito.