Títulos como La muerte del señor Lazarescu; Martes, después de Navidad; 12:08 Al este de Bucarest; Historias de la edad de oro; 4 meses, 3 semanas, 2 días e incluso, el demoledor documental montado en una simple pero certera acumulación de imágenes oficiales del dictador rumano, The Autobiography of Nicolae Ceaucescu , representan la incontestable evidencia de la soberbia calidad del cine rumano. Todas ellas son películas que acaparan premios y parabienes.

Este Puzzle chino, ese es su título original, no aporta ni una idea propia. Y sin ideas personales, nada hay en él que pueda reclamarse como original. Nada sorprende, nada la hará perdurable. De hecho, Cédric Klapisch, guionista y director, o sea, alguien que se reclama como autor, establece una torpe identificación con el protagonista; un escritor empeñado en una nueva novela, cuya vida sentimental y peripecias personales acaban sirviendo como nutriente definitivo de algo que se dice ficción, pero que no es sino proyección autobiográfica.

Símbolo de la barbarie bélica, Godzilla nació en 1954, nueve años después de que Japón recibiera dos zarpazos criminales en Hiroshima y Nagasaki. Aquella traca apocalíptica con la que se rubricó el final de la segunda guerra mundial, holocausto sanguinario que supuso el asesinato de miles de personas inocentes, fue una exhibición obscena de la capacidad de matar del ejército estadounidense.