Chile, como Portugal, se ubica en un territorio rectangular más largo que ancho visto según las cartografías canónicas. De cualquier modo, recorrerlos de norte a sur cuesta mucho más que atravesarlos del este al oeste. Oscurecidos por la ruidosa sombra de sus vecinos colindantes, se diría que sufren la condena de estar subordinados a Argentina y España respectivamente.

En la plenitud del último tercio, el de resolver -en términos taurinos, en la suerte de la muerte-, Botto da rienda suelta a un enfrentamiento verbal entre su personaje y el de Penélope Cruz. Un poco en la línea de Cassavettes, Cruz y Botto se enfrentan con furia y ruido; muestran sus colmillos y dejan al descubierto la razón de sus heridas.

Nacido en Montreal, aunque parisino de adopción, Éric Gravel reincide con su segundo largometraje en mostrar el entramado laboral desde el punto de vista de la mujer. Y lo hace, en este caso, mutando la piel de comedia de su primer trabajo por la armadura de un melodrama de tonos intensos, relatado al galope y obsesionado con insuflar a su testimonio la contundencia de lo que deja sin aliento.

Ken Loach habla como un hombre de fe. Para él, el mundo, las relaciones sociales y la economía se interpretan bajo la batuta de un eterno duelo entre el bien y el mal. Secundado por su lugarteniente de confianza, el guionista Paul Laverty; Loach lleva desde mediados de los años 90 colaborando con él en todas sus películas. Por eso, “Sorry, We Missed You” responde y obedece a esa naturaleza que impregna lo que se (re)conoce como el cine de Ken Loach.