Dos películas protagonizadas por los ojos de la infancia marcan el final del festival Fantasías y miedos de niños Con la mirada puesta en el […]
La película china Xiang bei fang, de Liu Hao, destaca en una jornada con más películas que buen cine Dos anuncios solventes y un cuento […]
Villaronga presentó su aventura cubana y Moira, de Tutberidze, aporta rigor y coherencia Del calor tropical al frío georgiano Si la recta final no lo […]
Se cruza el Ecuador del Zinemaldia con discreción y sin sorpresas ni emociones En los límites de la programación El apóstata, Bakemono no ko y High-Rise, […]
De la sugerente exaltación poética de Amama a la confusa recreación sobre Eva Perón Tras un fin de semana de algarabía y caspa, la jornada […]
La dignidad del cine humilde Rúnar Rúnarsson, cineasta de la poco divulgada cinematografía islandesa, y los hermanos Larrieu, dos buenos conocedores de la muga pirenaica […]
Cesc Gay, Terence Davis y Lucile Hadzihalilovic abren la sección oficial a concurso Por si alguien no se había enterado del potencial de la 63 […]
Regresión, de Amenábar, marca una ruidosa señal de partida El estruendo que no cesa La naturaleza de la última película de Alejandro Amenábar, esa que […]
Filadelfia es también el hábitat donde se ha (con)formado el universo de M. Night Shyamalan, un cineasta de origen hindú convertido en un Stephen King cinematográfico. Allí, una tras otra, nacieron sus obras: El sexto sentido, El protegido, Señales, El bosque, La joven del agua… En ese devenir, Shyamalan ha pasado de conocer el aplauso unánime a ser zarandeado y puesto en cuestión.
La espina dorsal de su argumento proviene de un transplante del guión de Bourne en un organismo que posee el corazón de un teenager amante de los tebeos. Eso provoca un extraño maridaje; un tono ambivalente que combina lo excesivo del thriller con lo hiperbólico del humor, una mezcla agridulce entre la acción y el chiste de sal gruesa y aceite espeso. Dicho así, cabría pensar en un monstruo bicéfalo y no es cierto.