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La ciencia de la conciencia
Título Original: THE IMITATION GAME Dirección: Morten Tyldum Guión: Graham Moore Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Matthew Goode, Mark Strong, Allen Leech, Charles Dance y Rory Kinnear País: Reino Unido y EE.UU. 2014 Duración: 114 minutos ESTRENO: Enero 2015
Aquí había un gran tema y con él y para él se había escrito un guión poderoso. Hace tres años que se hablaba de él como de algo notable. Ciertamente estamos ante un territorio en cuya cúspide, reina un personaje complejo y singular: Alan Turing; un matemático superdotado, un criptoanalista brillante y uno de los padres fundacionales de la informática. Y también, una mente prodigiosa asfixiada por los prejuicios de su tiempo. Turing se suicidó a los 41 años acosado por el escándalo y las bárbaras prácticas médicas para ¿curar? su homosexualidad en la Gran Bretaña del siglo XX. Pero antes de llegar a ese callejón sin salida, Turing abrió a la humanidad el camino hacia la era digital, impulsó el mundo de los ordenadores y descifró el pétreo sistema de comunicación nazi con lo que los aliados pudieron ganar la guerra y ahorrar miles de vidas y sufrimientos.
Turing merecería haber contado con un cineasta a su altura. Alguien dispuesto a quemarse con el fuego de su biografía; pero el noruego-americano Morten Tyldum, director de The Imitation Game, huye de las llamas que abrasaron a Turing. En su lugar, ambientado en los años de la segunda guerra mundial, Tyldum, con esforzada pulcritud, pergeña una recreación convencional de Turing y de quienes le (mal)trataron. Un biopic que permite a Benedict Cumberbatch zafarse del Sherlock Holmes que le vio hacerse famoso, pero al que le usurpa la posibilidad de ir más allá del arquetipo. El guión abruma por la cantidad de temas que plantea: la inteligencia artificial, la figura del moderno Prometeo, el espionaje, la manipulación de la información y con ella de la vida y la muerte en un contexto bélico, el entramado complejo entre género y sexualidad y las chirriantes relaciones entre amor, deseo, placer y dolor. Incapaz de penetrar en un laberinto tan complejo, el filme sobrevuela la cronología de los datos como un retablo de maravillas en las que el personaje se (con)forma con cera y del hombre, apenas se nos da sombras y silencios.
Turing merecería haber contado con un cineasta a su altura. Alguien dispuesto a quemarse con el fuego de su biografía; pero el noruego-americano Morten Tyldum, director de The Imitation Game, huye de las llamas que abrasaron a Turing. En su lugar, ambientado en los años de la segunda guerra mundial, Tyldum, con esforzada pulcritud, pergeña una recreación convencional de Turing y de quienes le (mal)trataron. Un biopic que permite a Benedict Cumberbatch zafarse del Sherlock Holmes que le vio hacerse famoso, pero al que le usurpa la posibilidad de ir más allá del arquetipo. El guión abruma por la cantidad de temas que plantea: la inteligencia artificial, la figura del moderno Prometeo, el espionaje, la manipulación de la información y con ella de la vida y la muerte en un contexto bélico, el entramado complejo entre género y sexualidad y las chirriantes relaciones entre amor, deseo, placer y dolor. Incapaz de penetrar en un laberinto tan complejo, el filme sobrevuela la cronología de los datos como un retablo de maravillas en las que el personaje se (con)forma con cera y del hombre, apenas se nos da sombras y silencios.
DESCI