Autónomos sin capital

foto-jorriblebossesTítulo Original: HORRIBLE BOSSES 2  Dirección: Sean Anders Guión: Sean Anders y John Morris Música: Christopher Lennertz Intérpretes: Jason Bateman, Jason Sudeikis, Charlie Day, Jamie Fox, Jennifer Aniston, Christoph Waltz, Kevin Spacey y Chris Pine País: EE.UU. 2014 Duración: 108 minutos  ESTRENO: Enero 2015

El título castellanizado desvela, más que su título original, quizás un deseo de transparentar su argumento. Cómo acabar con tu jefe (2011), la entrega anterior, mostraba las idas y venidas de tres sujetos a quienes, por una u otra razón, les resultaban insoportables, odiosos y hasta asesinables los directores de sus trabajos. El triple protagonismo masculino, asumido por la combinación Jason Bateman, Jason Sudeikis y Charlie Day, no ocultaba el deseo de navegar a rebufo de la línea de éxito de esas llamadas nuevas comedias americanas tipo Resacón en Las Vegas. Incluso la profesión de uno de ellos, dentista, se repite en estos retratos de la clase media WASP, a quien se dedica la mayoría de los chistes y sus patéticos modelos de identificación.
Aquella primera película, dirigida por Seth Gordon, sin alcanzar la pleitesía mediática que de manera inexplicable acompaña a la saga de Todd Phillips, fue bien (a)cogida por el público y de ahí esta segunda parte. Como en la anterior, junto al trío de protagonistas que repite, vuelven como figuras de alto acompañamiento Jamie Fox, Kevin Spacey y Jennifer Aniston, esta última como una odontóloga ninfómana empeñada en curar su adición.
Sean Anders, director y coguionista, inventa una curiosa vuelta de tuerca con respecto a la entrega que le precede. Ahora los tres sufridos trabajadores, ayer acorralados por sus mandos laborales, son hoy tres autónomos “sin jefe”. Tres empresarios con iniciativa pero sin dinero que tratan de poner en marcha un negocio con la finalidad de ser libres y ricos. Toda una aspiración que roza la obscenidad en un mundo donde el desempleo crece de manera inevitable e inevitada. Pero esto no es sino una comedia post-Farrelly, a medio camino entre el cartoon y lo políticamente incorrecto, aunque milimétrica y maquiavélicamente bien medido. Algo que nos hace añorar aquel tiempo de comedias inteligentes y sutiles donde una puerta cerrada escondía un alud de ingenio y en donde los personajes eran y parecían seres humanos…, graciosamente humanos.

DESCI

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