La hora oscura de la saga
Photo: Warner Bros. PicturesTítulo Original: The Hunger Games: Mockingjay – Part 1 Dirección:  Francis Lawrence Guión: Danny Strong y Peter Craig; basado en la obra de Suzanne Collins Intérpretes:  Jennifer Lawrence,  Josh Hutcherson, Liam Hemsworth, Woody Harrelson,  Julianne Moore y Philip Seymour Hoffman Nacionalidad:  EE.UU.  2014 Duración: 123 minutos ESTRENO: Noviembre 2014
Alumbrada con las directrices industriales establecidas por precedentes como El señor de los anillos, Harry Potter y Crepúsculo; Los juegos del hambre parece dispuesta a establecer su propia historia. Hay algunas singularidades que la distinguen con respecto a referentes tan ¿ilustres? Ni tan personal como la epopeya de Peter Jackson, ni tan irregular y mercantilizada como lo fue la adaptación cinematográfica de la saga creada por, la ahora multimillonaria escocesa, J. K. Rowling, ni tan sexualmente apocada e ideológicamente reaccionaria como la historia de vampiros y hombres lobos, la obra de Suzanne Collins aparece en esta tercera entrega como deudora de un contenido más bizarro. En algún modo se sabe habitada por entrañas más oscuras, más inquietantes, más contemporáneas.
No entraré en señalar las diferencias y divergencias que se producen entre novela y película, pero sí parece evidente que, poco a poco, lo que comenzó en forma de rutinaria adaptación, con ropajes de producción modesta, transitada por secundarios de precio asequible y por desconocidos dispuestos a firmar donde hiciera falta, comienza a dar signos de interés. Sus fuentes son obvias. Recupera el pan y circo de la pax romana en clave cibernética, con gladiadores-víctimas que, como ofrendas vestales, son forzados a luchar a muerte para regocijo de las masas y eso, ahí reside su banderín de enganche para los adolescentes de ahora, da lugar a una nada inocente reflexión sobre la manipulación de tanto reality show putrefacto que domina en las televisiones de todo el mundo.
Hay en ella un cambio de paradigma, no solo porque el héroe sea heroína, sino porque su entramado sociopolítico se llena de una calculada ambigüedad. Un producto nacido para vender, sin incorrecciones explícitas ni transgresiones formales. Su mejor aportación se encuentra no en sus valores cinematográficos, no es una gran película, sino en esos detalles nada gratuitos con los que se dibuja el mundo del mañana para arrojar luz sobre lo que pasa aquí y ahora.
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