Como Michel Haneke, los hermanos Dardenne, Jean Pierre y Luc, llegaron al mundo del largometraje de ficción cuando ya habían superado la edad que vivió Cristo. Nacidos en la primera mitad de la década de los 50, los Dardenne debutaron en 1987 con Falsch, un filme que pasó desapercibido. Tuvieron que esperar a 1996, y fue entonces cuando su tercer largometraje, La promesa, cautivó al jurado de la Seminci vallisoletana.

Como cine de aventuras, Lasa y Zabala se (pre)siente antiguo y previsible. Aunque la catadura moral e intelectual de quienes ocasionaron su muerte fue esperpéntica, su plasmación en el filme, rechina. No por falsa sino porque simplifica y ridiculiza un tema oscuro, enmaraña aún más un laberinto por desentrañar.

A las pocas horas de ser estrenada, Magical girl ya se sabía en la galería de las películas singulares del cine español. Ese extraño Olimpo hecho de títulos malditos y películas bizarras. Para ello y en su caso, con su segundo largometraje, Carlos Vermut acude a una fuente de intenso sabor a sake y wasabi. Una cultura a la que se acerca Vermut lejos de la mirada excitada y epidérmica de Isabel Coixet o Sofia Coppola.