Sueño de invierno podría ser interpretado como la cara gélida y crepuscular del Sueño de (una noche de) verano. Entre otras cosas porque Shakespeare aparece invocado en numerosas ocasiones a la largo de esta película de más de tres horas de duración que pasan sin pesar, sólidamente ligeras.

Lo más suave que se puede decir de Torrente 5, es que su mejor aportación consiste en desactivar el dicho de que no hay quinto malo. De origen taurino, mundo que Torrente admira, la frase, sujeta a diferentes interpretaciones sobre su origen, converge en una idea unívoca: la quinta entrega de algo garantiza que estamos ante un algo que merece la pena.

En el alumbramiento de este filme de apariencia humilde y alcance largo, las circunstancias que rodean el deshacer de la política cultural del país estuvieron a punto de abortar la bella idea que late en su interior. La falta de dinero amenazó la viabilidad de Los tontos y los estúpidos. Ya saben, como no había suficiente liquidez para pagar las tarjetas negras de Bankia, las subvenciones al cine más necesitado se cortaron por lo sano.