Oportunidad malograda
foto-lasayzabalaTítulo Original: LASA Y ZABALA Dirección: Pablo Malo Guion: Joanes Urkixo Música: Pascal Gaigne Producción: Alberto Gerrikabeitia y Josep Antoni González Intérpretes: Unax Ugalde, Francesc Orella, Oriol Vila, Jon Anza, Cristian Merchan, Ricard Sales, Javier Mora e Iñaki Ardanaz País: España. 2014 Duración: 107 minutos ESTRENO: Octubre 2014
Como cine de aventuras, Lasa y Zabala se (pre)siente antiguo y previsible. Aunque la catadura moral e intelectual de quienes ocasionaron su muerte fue esperpéntica, su plasmación en el filme, rechina. No por falsa sino porque simplifica y ridiculiza un tema oscuro, enmaraña aún más un laberinto por desentrañar. Además el filme transforma en maniqueo un proceso que, aunque se alimentó de descerebrados y psicópatas, obedecía a una estrategia tan perversa como ladina; tan cruel como dolorosa.
Como cine político, Pablo Malo, maniatado por un guión innecesariamente tramposo, deslegitimado por introducir un personaje y unos hechos falsos en una narración que precisa ser contada con el mayor de los respetos por la verdad relatada, desaprovecha todos los argumentos posibles para hacer de esta película un documento de interés.
A estas alturas, limitarse a ilustrar el asesinato y posterior periplo seguido por familias y abogados para esclarecer la brutal matanza, hecho probado, juzgado y condenado explícitamente, aporta poco o casi nada. Nada de lo que se muestra en el filme abre o cierra ningún interrogante. Nada arroja luz, nada sabemos que no supiéramos, nada de nada.
El único punto de interés, allí donde se debía haber escarbado, si se pretendía interrogarse por el sentido de lo que se relata, se nos da en los últimos segundos del filme, con la evidencia de que unos culpables, juzgados y condenados a decenas de años, salieron en libertad en menos de un lustro. Un hecho que contrasta con que otros culpables, juzgados y condenados a docenas de años, pero limpios de sangre y muerte, no hallan perdón ni compasión ante su condena. Ese doble rasero destruye a un estado de derecho y deja maltrecha la legitimidad de la Justicia. Esa afrenta al sentido común y al equilibrio de un sistema político es lo que  Lasa y Zabala podría haber desenterrado. Ahí había mucho por hurgar. Pero Pablo Malo se limita a recrear torturas sin que se nos señale quién era o quiénes son, los que mueven los hilos de tanto títere sin alma.
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