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Japonesismos a la española
Título Original: JAPONESISMOS A LA ESPAÑOLA Dirección y guión: Carlos Vermut Intérpretes: José Sacristán, Bárbara Lennie, Luis Bermejo, Lucía Pollán, Israel Elejalde, Elisabet Gelabert, Miquel Insúa, Eva Llorach, Teresa Soria Ruano y David Pareja País: España. 2014. Duración: 127 minutos ESTRENO: Octubre 2014
A las pocas horas de ser estrenada, Magical girl ya se sabía en la galería de las películas singulares del cine español. Ese extraño Olimpo hecho de títulos malditos y películas bizarras. Para ello y en su caso, con su segundo largometraje, Carlos Vermut acude a una fuente de intenso sabor a sake y wasabi. Una cultura a la que se acerca Vermut lejos de la mirada excitada y epidérmica de Isabel Coixet o Sofia Coppola. Al contrario, Vermut se ha adentrado en los oscuros recovecos de una civilización que mezcla la tradición feudal de geishas y samurais con la ciencia ficción de cyborgs e inteligencia artificial. Vermut sabe bien qué se siente en esas arenas movedizas.
Armado de esa querencia Vermut agita aparentemente la bandera del cosplay teenager de series juveniles para llevar al público a las pantanosas perversiones de las adult movies edificadas con reflejos de sadomasoquismo y secretos tras la puerta. Desde su despegue Vermut maneja con total despreocupación el concepto de la elipsis. En realidad, su filme juega a desorientar y ciertamente resulta imprevisible. Sus engarces funcionan como una montaña rusa llena de quiebros, llena de sobresaltos, mezcla de suspense y sorpresa.
Vermut ha cargado hasta el límite su filme de referencias. La principal nos lleva a nombres a los que hay que acercarse con estupor y temblores. Nombres como Ranpo y Fukasaku, ellos son quienes insuflan vida a esta historia de maestros y niñas, de venganzas y sumisiones, de siervos y diosas. Atreverse a rozar esa herencia exige insolencia e inconsciencia, y Vermut cumple con ambas. También aporta trabajo y rigor. Le ayudan el nivel interpretativo del más veterano, José Sacristán, y de la más joven, Lucía Pollán; ambos rozan la excelencia. Suele repetir Ignacio Huidobro, un avezado analista del universo Fukasaku, que detrás de un oscuro comiquero suele habitar un interesante cineasta. Pues bien, Magical Girl y Carlos Vermut, confirman esa sentencia.
Armado de esa querencia Vermut agita aparentemente la bandera del cosplay teenager de series juveniles para llevar al público a las pantanosas perversiones de las adult movies edificadas con reflejos de sadomasoquismo y secretos tras la puerta. Desde su despegue Vermut maneja con total despreocupación el concepto de la elipsis. En realidad, su filme juega a desorientar y ciertamente resulta imprevisible. Sus engarces funcionan como una montaña rusa llena de quiebros, llena de sobresaltos, mezcla de suspense y sorpresa.
Vermut ha cargado hasta el límite su filme de referencias. La principal nos lleva a nombres a los que hay que acercarse con estupor y temblores. Nombres como Ranpo y Fukasaku, ellos son quienes insuflan vida a esta historia de maestros y niñas, de venganzas y sumisiones, de siervos y diosas. Atreverse a rozar esa herencia exige insolencia e inconsciencia, y Vermut cumple con ambas. También aporta trabajo y rigor. Le ayudan el nivel interpretativo del más veterano, José Sacristán, y de la más joven, Lucía Pollán; ambos rozan la excelencia. Suele repetir Ignacio Huidobro, un avezado analista del universo Fukasaku, que detrás de un oscuro comiquero suele habitar un interesante cineasta. Pues bien, Magical Girl y Carlos Vermut, confirman esa sentencia.