Los lazos de la familia 
Título Original: DIVERGENT Dirección: Neil Burger Guión :  Evan Daugherty; basada en la novela de Veronica Roth  Intérpretes: Shailene Woodley, Theo James, Kate Winslet, Ashley Judd , Jai Courtneyy Maggie Q.  Nacionalidad:  EE.UU. 2014 Duración:  140 minutos ESTRENO: Mayo 2014
 
La apatía e insipidez de Shailene Woodey, protagonista decisiva de Divergente, ejemplifica la naturaleza de esta nueva saga cinematográfica. Bajo la dirección de Neil Burger, autor entre otras de El ilusionista (2006), la producción, poderosa en medios, paupérrima en talento y vacía de personalidad, ha dispuesto todas sus baterías en dirección al mismo tipo de público. El que convirtió a Crepúsculo en un fenómeno de masas, prácticamente el mismo que ahora vibra con Los juegos del hambre. O sea, que la gran industria del mainstream cinematográfico se comporta como lo hicieron las compañías discográficas en otra época: cada vez que algo llena las arcas, se busca con ahinco todo lo que se le parezca para garantizar unos resultados que, al final, nunca se alcanzan.
Inspirada en la colección de novelas de Veronica Roth, se anuncia que habrá al menos cuatro películas en torno a esta distopía de rancio sabor. El mundo imaginado por Roth para un futuro cercano contempla a la humanidad dividida en cinco castas: Verdad (los sinceros), Abnegación (los altruistas), Osadía (los valientes), Cordialidad (los pacíficos) y Erudición (los inteligentes). Se trata de una solución que divide y clasifica a la humanidad en torno a sus tendencias y habilidades. Un intento de reordenar la convivencia e impedir el surgimiento de nuevas guerras tras el sufrimiento de un fatal enfrentamiento que casi termina con la vida humana.
El resultado adquiere el nivel de una variación en clave de vídeojuego de la lucha de clases. Esa división pentagonal, dibujada como un reality show televisivo, pronto muestra sus fisuras ante hombres y mujeres que no encajan en ninguna de esas categorías. Burger, un director hábil para imprimir tensión y espectáculo, se enfrenta a la novela con la lección aprendida. Su objetivo no es otro que el de encandilar a la legión de adolescentes poco dispuestos a la lectura, la crítica y la curiosidad. Y para ellos fabrica un divertimento cuyo conservadurismo es tan evidente como desmayado y gris resulta su desenlace: la exaltación de los lazos de sangre, la sublimación de la llamada de la familia.
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