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Título Original: THE MIDNIGHT SKY Dirección: George Clooney Guión:Mark L. Smith (Libro: Lily Brooks-Dalton) Intérpretes: George Clooney, Felicity Jones, David Oyelowo y Demian Bichir País: EE.UU. 2020  Duración:  118  minutos

El nuevo mundo

Con George Cloney ya no cabe acogerse al rol del actor consagrado que, por un momento, decide pasarse al lado de la dirección para resarcirse de todo aquello que no podía hacer cuando trabajaba bajo las órdenes de otros. De hecho, Cloney, que el próximo mes de mayo cumplirá los 60 años, ha dirigido un total de siete largometrajes. Más que muchos directores en toda su vida. A la vista de todo ello, cabría preguntarse por su querencia, por su estilo, por la existencia o no de una personalidad singular. ¿Es un autor con voz propia o en cuanto director hace como con su profesión de actor, adaptarse a las exigencias del producto? La visión de “Cielo de medianoche” no resuelve el enigma, pero ratifica que Cloney se toma muy en serio el oficio.
Rodada en Islandia, en el glaciar Vatnajökull, esta distopía se abraza al profético lamento de Stephen Hawking, quien poco antes de su muerte advirtió a la humanidad que fuera buscando otro planeta donde vivir, porque a la Tierra le queda más bien poco. Con esa maldición como horizonte negro, Cloney suma a su empresa ecos de su experiencia actoral en el género, como lo fue el “Solaris” de Soderbergh y el “Gravity” de Alfonso Cuarón. De uno, excavador en el volcán de Tarkovski, acaricia un deseo de trascendencia; de Cuarón, la soberbia fuerza del cine como vehículo capaz de convocar lo imaginario.
El texto argumental, como no podía ser menos en alguien que empezó con “Confesiones de una mente peligrosa”, allí con la compañía de Charlie Kaufman en el guión, se sabe ambicioso. Su distopía, como todo texto apocalíptico que se precie, bebe de los escritos legendarios y de ellos, “Cielo a medianoche” se centra en dos arquetipos bíblicos: la presunción de Adán y Eva como los primeros seres humanos y la figura de Moisés como el profeta que conduce a su pueblo a la tierra prometida, pero cuyo suelo nunca pisará por el pecado de haber dudado. Con referentes tan solemnes y con un rodaje extremo, “Cielo de medianoche” parece un tobogán de aciertos y desaciertos. Articulada en dos líneas de acción: el regreso de una nave expedicionaria de la tierra en busca de un lugar para vivir y la agonía del último hombre vivo en el corazón del Polo; la película es demasiado irregular como para hacer historia y demasiado interesante como para no apreciar lo mucho bueno que lleva dentro.

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