La noche del 2 de mayo de 2011 el mundo asistió a la ejecución de Bin Laden ante la mirada absorta del presidente yanqui «más demócrata» del siglo XXI. Ese día se supo que el horroroso tiempo de Guantánamo quedaba obsoleto.

Dos horas y media se toma Bertrand Bonello (Niza,1968) para recorrer un texto narrativo que comprime ese período cronológico que va del París inundado de 1910, al futuro sin espacio de 2044; un «no lugar» de croma y vacío dominado por la Inteligencia Artificial y en el que la vida humana se desvanece.

Thomas Cailley, «Les combattans» (2014), pone en mano de Romain Duris y Paul Kircher una historia que se intuye de dónde parte pero de la que nunca se termina por saber a dónde quiere ir. Ejemplo de lo primero, ese ser y saber, lo da el personaje más joven, un Kircher que aporta una interpretación orgánica de enorme fisicidad hasta hacer creíbles sus permutaciones.

Con George Cloney ya no cabe acogerse al rol del actor consagrado que, por un momento, decide pasarse al lado de la dirección para resarcirse de todo aquello que no podía hacer cuando trabajaba bajo las órdenes de otros. De hecho, Cloney, que el próximo mes de mayo cumplirá los 60 años, ha dirigido un total de siete largometrajes.