Si no fuera porque estamos en un tiempo en el que la mascarilla sanitaria se ha impuesto como una obligación global, el centenario de “El chico” hubiera sido un suelto periodístico, un suspiro cinéfilo de leve relevancia y densa nostalgia.
Dirección y guion: Sam Levinson Intérpretes: Zendaya y John David Washington País: EE.UU. 2021 Duración: 106 minutos
Una pareja regresa a casa tras una noche de estreno. Pronto se nos hace saber que él es el director de esa película que acaba de ser acogida como un gran evento.
Cuatro décadas de dictadura, en donde el pensamiento era más perseguido que la corrupción, el crimen, o cualquier forma de enriquecimiento con manos sucias, hizo muy difícil que el cine español se vistiera de negro.
El título, “2046”, hace referencia a un tiempo, a un “no lugar”, a una ciudad imaginaria y al improbable número de una habitación de hotel. En el último caso, se corresponde con la habitación que su protagonista quiere habitar pero que, a lo largo del tiempo que dura este filme, nunca lo hará porque, de manera obsesiva permanece en la puerta de al lado, la 2047.
El nombre de Lisa Azuelos provoca escasos recuerdos entre nosotros. Y sin embargo, esta actriz, guionista, productora y directora francesa que hace un par de meses cumplió 55 años, ha realizado una veintena larga de producciones aunque siempre se ha movido en la zona tibia del cine comercial.
Como sugiere el nombre de “Hiruki”, nombre de la productora de “Enero”, lo que aquí se gesta gira en torno al concepto de tres. Tres mujeres son las principales cabezas visibles de la producción y tres mujeres, dos abuelas y la voz de la nieta, las presencias que (con)forman “Enero”, un documental de apariencia humilde y de calado enorme.
Desde que comenzó el siglo XXI, Chile se ha ganado un lugar en las secciones oficiales de los mejores festivales de cine internacional.
“Hope”, título que se ha preferido mantener en su variable inglesa, evoca la esperanza pero bucea en el dolor. En danés se titula “Hap” con una tilde inexistente en nuestro alfabeto, y en castellano, a la vista de su contenido, probablemente hubiéramos preferido bautizarla como “Limbo”, ese lugar inexistente que habita en la paradoja.
Que somos lo que somos más el masaje de las circunstancias nos lo decía Ortega y Gasset. Para corroborarlo se hace perceptible cómo esas circunstancias, que tanto han cambiado en los últimos meses, modifican nuestra percepción.
El peso y el poso literario que alimenta a este proyecto cinematográfico imponen un lastre que nunca deja de reclamar su presencia. “Inspirada en hechos reales” se nos dice al comienzo.