En los postreros minutos de lo que ya ha perdido el norte, Vin Diesel, más Arnold Schwarzenegger que nunca, lanza un grito de guerra: “Estoy que ardo”. Lo que viene a continuación no es necesario explicarlo por razones obvias. Lo que sobreviene es una traca final que aspira a ser un infierno pero que en realidad calienta menos que la llama de un mechero.

En Francia, Benoit Jacquot goza de alto crédito y buena reputación. Sus comienzos al lado de Marguerite Duras, su estilo contenido, desnudo de artificio e influido sin disimulo por Robert Bresson en sus primeros años, contribuyeron a alimentar una buena imagen. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y en todos esos años, el director parisino que ha cumplido 68, ha construido una sólida y coherente cinematografía.