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El agente oscuro de su Majestad
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Título Original: BOND 24 Dirección: Sam Mendes Intérpretes: Daniel Craig, Ralph Fiennes, Ben Whishaw, Naomie Harris, Léa Seydoux, Monica Bellucci  y Christoph Waltz     País: Reino Unido/EE.UU.  2015  Duración: 148 minutos ESTRENO: Noviembre 2015
Al comienzo del filme, en la capital de Mexico, en el corazón del DF, en plena celebración del día de los muertos, 007, el agente con licencia para matar, aparece disfrazado de esqueleto como un trasunto de la muerte. La secuencia, pura coreografía, lujo de producción y con una ejecución precisa, abre un relato que crece sobre un equilibrio a dos bandas. De un lado, el arquetipo 23 veces establecido del personaje creado por Ian Fleming. Del otro, lo reconoce el propio director, Sam Mendes, aplicar sin disimulo el modelo instaurado por Nolan para su trilogía sobre Batman. O sea, digerir todo lo anterior para forjar una reescritura como si fuera la única.
Es decir, Mendes no pretende eternizarse con 007, ni se conforma con aportar un capítulo más. No cae en ese juego espectacular y circense de más fuego artificial, más ruido y furia sino que busca contar la historia definitiva de Bond. De ahí que sus dos incursiones, la anterior y ésta, hayan buceado en el ADN de James Bond mucho más que el resto de todas las películas del 007 juntas. Su Bond se desnuda, su origen se muestra y su hermetismo se analiza. Se deconstruye el estereotipo para buscar al hombre. ¿Quiere decir que con eso James Bond pierde misterio? No bajo la batuta de este director que vino del teatro, que se acuesta con el legado de Shakespeare y que trata de aplicar a cada proyecto destellos e incertidumbres (d)escritos por el genio que alumbró Hamlet, Macbeth y Ricardo III.
Este James Bond mezcla con hábil equilibrio la acción con la reflexión, el pliegue interior con la pelea hecha danza ritual. Hay escenarios exóticos y secuencias impecables. Hay un personaje, el de Bond, que supura deseos de libertad y en su guión, abundan esas pequeñas cosas que hacen inolvidables las historias. Hay una reivindicación del factor humano frente a la máquina, un regusto “revival” que prefiere el ayer establecido y comprobado al mañana sin alma. En esta orquesta de alto nivel, todos cumplen. Hay hondo talento y altas presencias: Christoph Waltz, Monica Bellucci. Léa Seydoux, Ralph Fiennes. Y todo para dignificar a un héroe herido reescribiendo el sentido de su licencia: puede matar pero también puede dejar de hacerlo.

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