La fe mueve fantasmas

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Título Original: REGRESSION Dirección y guión: Alejandro Amenábar Música: Roque Baños Intérpretes:  Ethan Hawke, Emma Watson, Devon Bostick, David Thewlis, David Dencik y Lothaire Bluteau Nacionalidad: España y Canadá.  2015  Duración: 106 minutos ESTRENO: Septiembre  2015

Zarandeada en su paso por el festival internacional de cine de San Sebastián, Amenábar lo dijo de manera inmediata. Regresión, señaló, no es cine de festival. Tenía razón. Regresión, pese al serio intento de introducir sensatez en este tipo de filmes clavados al despropósito y el exceso, no adjunta en su interior los ingredientes necesarios para ser tratada como una obra de director. Y sin embargo, eso no quiere decir que en Regresión no podamos encontrar algunos de los rasgos más definitorios del hacer de Amenábar, un Amenábar que, por el tono, parecería querer regresar al cine de sus inicios.
La tesis de Regresión se sirve de unos hechos acontecidos en la América profunda, esa en donde la fe y el fanatismo conviven sin posibilidad de discernir lo uno de lo otro. En Regresión, un proceso policial para desentrañar hasta dónde llegan las raices de un caso de pederastia, esa fiebre social que pone en marcha la sed de justicia inquisitorial, la intolerancia, la locura y el miedo, lo preside todo. Nada nuevo en el universo de Amenábar, en cuyo recorrido cinematográfico abundan ejemplos. Si en Tesis, las snuff movies eran el móvil, aquí lo son las sectas satánicas y los supuestos ritos de sangre y sexo.
Al mismo tiempo, en Regresión, Amenábar abunda en la (re)creación de personajes condenados a no amar, a no tocar, a no vivir. Y para ello, probablemente forzado por el peso de una producción que cuenta con actores caros como Ethan Hawke y Emma Watson, Amenábar hace un extraño. Busca aunar un texto que desnuda las miserias de la credulidad, la religión y la respuesta popular, con una serie de discutibles concesiones al efectismo del cine de sustos y sobresaltos. Y por vez primera, Amenábar duda.
Con secuencias impropias, justificadas porque son sueños, y con demasiadas turbulencias en su banda sonora, Regresión merecería llegar más lejos. Lo merece porque su argumento trasciende el género y su puesta en escena nos devuelve al Amenábar más inventivo. Y porque tiene la valentía de mirar sin complejos al cine de Hollywood. Pero se queda corto, porque cede más de la cuenta.
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