No escape, traducido aquí como Golpe de Estado, dirigido y coescrito por John Erick Dowdle, transcurre en algún lugar de Asia, al lado de Vietnam. Un lugar cuyo nombre nadie verbaliza. ¿Será Laos, será Camboya…? Todo lo más se nos indica, del innombrado país exótico, su pasado comunista y su presente violento y revolucionario. Pero todo queda descontextualizado, todo parece real, aunque nada resulte verdadero.
Alvaro Ogalla, coguionista y actor principal de El apóstata representa la columna vertebral de esta película de suaves maneras y descreídos modos. Con ella, su director y coguionista, maniobra con sutileza y concisión. No hay grandes medios ni largas ambiciones, aunque su paso por el Zinemaldia demostró que había títulos mucho más pequeños.
Si se quedan hasta el final, después de los créditos, hallarán otro chiste. Ilustra el robo de la figura de Chaplin en un intento banal de perpetuar el destino del legado de Chaplin: atraer a los pícaros vagabundos como el que él representó. El gag no es bueno pero sirve para que se lean los créditos y se comprenda que algunos herederos de Chaplin colaboran aquí.