Sexo, hambre y confusión

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Título Original: EL REY DE LA HABANA Dirección y guión: Agustí Villaronga Música: Joan Valent Intérpretes: Maikol David Tortolo, Yordanka Ariosa, Héctor Medina, Ileana Wilson, Chanel Terrero y Jazz Vila País: España y República Dominicana. 2015 Duración: 125 minutos  ESTRENO: Octubre  2015

Agustí Villaronga conforma un capítulo singular en la historia del cine español de los últimos treinta años. De hecho en 1975 comenzó su carrera en el cine con Robin Hood nunca muere de Francesc Bellmunt. Aparecía como actor, como también lo hizo en El último guateque de Juan José Porto, discípulo de Paul Naschy y en Perros callejeros 2 de José Antonio de la Loma, un esforzado director que antes de serlo trabajó como maestro en el barrio chino de Barcelona. Estos datos, donde el sabor a arrabal, a sexo y a ruina ilustran un contexto, son pertinentes para adentrarse en lo que Villaronga hace con la novela de Pedro Juan Gutiérrez. O sea, dos características convergentes determinan la personalidad cinematográfica de Villaronga: su coherencia y su fidelidad a su propio origen, su compromiso con las demandas de su ADN.
El Rey de La Habana es un libro exuberante que relata un tiempo de extrema miseria. Ambientado en la Cuba abandonada a su suerte tras el desmoronamiento de la URSS, su contenido ofrece mucha complejidad y bastantes tropiezos. Con todos ellos se abrazó un Villaronga que asume un cambio de registro con el que hasta ahora había sido su cine. Rodada en la República Dominicana, con actores que vibran con sonidos caribeños, Villaronga hace, con el pícaro protagonista de su filme, un injerto de difícil arraigo. Su lectura del paisaje descrito por la novela de la que parte, se obceca en pulir la similitud que los desheredados tienen entre sí independientemente de donde nazcan.
A Villaronga le interesa ahondar en la maldición del pasado. En sus películas, los polvos negros del ayer, alimentan los barrizales de miseria y sangre en los que crecen sus relatos de hoy. En esa Cuba que se deshacía con sensación de orfandad, en esa Habana de clubs de alterne, sexo barato y turistas depravados, Villaronga bucea para rescatar de las aguas oscuras los personajes más puros. Títeres de una tragedia escrita por Tánatos cuyo ritmo interior, cuyo barroquismo tropical se le atragantan a este cineasta nacido en el Mediterráneo.
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