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Vampiros ordinarios
Título Original: WHAT WE DO IN THE SHADOWS Dirección: Taika Cohen (AKA Taika Waititi), Jemaine Clement Intérpretes: Jemaine Clement, Taika Cohen (AKA Taika Waititi), Jonathan Brugh, Cori Gonzales-Macuer Nacionalidad: Nueva Zelanda. 2014 Duración: 86 minutos ESTRENO: Julio 2015
Más cerca del hacer de Roman Polanski en El baile de los vampiros (1967) que del caricaturizar de El jovencito Frankenstein (1974) de Mel Brooks, este atípico falso documental neozelandés representa una de esas extrañas locuras cinematográficas que suelen ser recordadas a través del tiempo; son piezas que se disfrutan más cuando se evoca su contenido, que en el momento de ser vistas. Dicho de otro modo, la pretensión de Taika Waititi y Jemaine Clement no es convocar la carcajada sino tatuar la sonrisa. Sonrisa de complicidad para un público iniciado y afín al tema que toca esta película.
Lo que hacemos en las sombras crece, bajo la apariencia de un fake, sobre la improbable convivencia en un piso perdido en algún lugar de una ciudad moderna de cuatro vampiros en cuya fisonomía cabe reconocer cuatro paradigmas históricos con los que se ha representado la tradición del conde Drácula. Si hace escasos meses se paseaba con discreción, pero sin defraudar, el hacer de Jim Jarmusch con los habitantes de las sombras, aquí, este grupo que agradece a Peter Jakcson el apoyo recibido y que se hizo con el premio del público en el epicentro del género, el festival de Sitges, logra un fenómeno parecido. Su humor no se propicia por el golpe de efecto o por el chiste directo. Es en el tono y en los pequeños gestos donde estos vampiros de hoy en día conviven con un mundo cuyos miedos tienen poco que ver con mansiones góticas y maldiciones milenarias. Carne de cotidianeidad en un pretexto inmortal, Cohen y Clement se conducen con ingenio por un mundo de alusiones que encierra una buena digestión de todo aquello que ha dado de sí el mundo de los vampiros. Lógicamente todo empieza con Nosferatu. De hecho la caracterización inspirada en el entrañable personaje de Murnau resulta la más perturbadora.
Pero hay para todos. Desde ese empalador de moño imposible ideado por Coppola, a los emergentes discípulos de Crepúsculo. Así, con un hacer enciclopédico, actitud freakie y humor sin petulancia, aquí hay un título que conviene no perder de vista.
Lo que hacemos en las sombras crece, bajo la apariencia de un fake, sobre la improbable convivencia en un piso perdido en algún lugar de una ciudad moderna de cuatro vampiros en cuya fisonomía cabe reconocer cuatro paradigmas históricos con los que se ha representado la tradición del conde Drácula. Si hace escasos meses se paseaba con discreción, pero sin defraudar, el hacer de Jim Jarmusch con los habitantes de las sombras, aquí, este grupo que agradece a Peter Jakcson el apoyo recibido y que se hizo con el premio del público en el epicentro del género, el festival de Sitges, logra un fenómeno parecido. Su humor no se propicia por el golpe de efecto o por el chiste directo. Es en el tono y en los pequeños gestos donde estos vampiros de hoy en día conviven con un mundo cuyos miedos tienen poco que ver con mansiones góticas y maldiciones milenarias. Carne de cotidianeidad en un pretexto inmortal, Cohen y Clement se conducen con ingenio por un mundo de alusiones que encierra una buena digestión de todo aquello que ha dado de sí el mundo de los vampiros. Lógicamente todo empieza con Nosferatu. De hecho la caracterización inspirada en el entrañable personaje de Murnau resulta la más perturbadora.
Pero hay para todos. Desde ese empalador de moño imposible ideado por Coppola, a los emergentes discípulos de Crepúsculo. Así, con un hacer enciclopédico, actitud freakie y humor sin petulancia, aquí hay un título que conviene no perder de vista.