Hay una notable diferencia a la hora de enfrentarse al cine de vampiros en función de la complicidad que por el género sientan quienes se adentran en ese campo minado. A un lado están los directores afines al mundo de «los no muertos»; del otro, se trata de incursiones singulares que cineastas con marcada personalidad deciden realizar en un momento dado.
Lo que “Ilargi Guztiak” desvela acontece entre dos guerras. Más exactamente entre el final de la tercera guerra carlista (1876) y el inicio de la guerra civil española (1936). En esos 60 años se nos cuenta la historia de Amaia, una niña huérfana que encontrará padre y madre, aunque ninguno sea de su sangre y a ninguno pertenezca.
Kate Beckinsale está encadenada a Selene, su rol en Underworld. Por cuarta vez repite el papel de una heroína letal en una guerra entre licántropos y vampiros. Las dos primeras veces, el director era Len Wiseman, su marido. Luego la dirección cambió de manos y se filmó la tercera película de la franquicia y Beckinsale se fue con su compañero. En realidad de ella, de Selene, permanecía la voz y
material de archivo.
Más cerca del hacer de Roman Polanski en El baile de los vampiros (1967) que del caricaturizar de El jovencito Frankenstein (1974) de Mel Brooks, este atípico falso documental neozelandés representa una de esas extrañas locuras cinematográficas que suelen ser recordadas a través del tiempo; son piezas que se disfrutan más cuando se evoca su contenido, que en el momento de ser vistas.