Nuestra puntuación
Llamémosle mejor: repelente
Título Original: THE DIVERGENT SERIES: INSURGENT Dirección: Robert Schwentke Guión: Brian Duffield y Akiva Goldsman a partir de obra de Veronica Roth Intérpretes: Shailene Woodley, Theo James, Ansel Elgort , Kate Winslet, Milles Teller y Naomi Watts Nacionalidad: EE.UU. 2015 Duración: 119 minutos ESTRENO: Abril 2015
Carne de acné entrenada en el mundo de la video-consola, con largas horas de series de televisión y algunas lecturas “juveniles”, la segunda entrega de la adaptación cinematográfica de la obra de Veronica Roth demuestra que lo que nace torcido nunca se endereza, por más que en ese juego de comparaciones se pueda sentir más o menos simpatía por esta adaptación nacida como ¿humilde? competidora de sagas tipo Crepúsculo o Los juegos del hambre.
El cambio de director no mejora, es imposible, un reparto que abruma por su insipidez. Ni Shailene Woodley ni Theo James inspiran confianza. Y ni siquiera el desfile de “viejas” luminarias como Kate Winslet y Naomi Watts evita la sensación de nadería que provoca ese universo distópico. Se supone que los espectadores de Insurgente, como sus lectores, pertenecen al mundo de Abnegación porque hace falta mucha paciencia y escaso sentido crítico para no incomodarse ante diálogos carentes de sentido, situaciones huérfanas de dramaturgia y un argumento corroído por una retórica de una simplicidad inaceptable.
Eso sí. El argumento de Veronica Roth se reviste de recovecos paternofiliales de un entusiasmo psicoanalítico extraído de un manual sobre como entender a Freud en cinco minutos. Un artificio que simula una profundidad del que la obra carece. De hecho, resulta significativo que lo mejor del filme, allí donde Robert Schwentke se muestra seguro, se debe a las escenas de acción pura y dura. Cuando manda el efecto especial, la simulación 3D y el retoque digital, Insurgente crece y aporta unas imágenes merecedoras de volverse a ver. Cuando el filme se adentra en los dilemas morales y emocionales, en su núcleo abrasivo de defensa de la singularidad, que todo adolescente siente y reivindica con (y en) su turbación de sujeto incomprendido, Insurgente hace daño al intelecto. Queda una opción para evitar el naufragio: tomárselo a broma y entender a estos personajes como la adaptación en carne y hueso de los entrañables e inofensivos Thunderbirds.
El cambio de director no mejora, es imposible, un reparto que abruma por su insipidez. Ni Shailene Woodley ni Theo James inspiran confianza. Y ni siquiera el desfile de “viejas” luminarias como Kate Winslet y Naomi Watts evita la sensación de nadería que provoca ese universo distópico. Se supone que los espectadores de Insurgente, como sus lectores, pertenecen al mundo de Abnegación porque hace falta mucha paciencia y escaso sentido crítico para no incomodarse ante diálogos carentes de sentido, situaciones huérfanas de dramaturgia y un argumento corroído por una retórica de una simplicidad inaceptable.
Eso sí. El argumento de Veronica Roth se reviste de recovecos paternofiliales de un entusiasmo psicoanalítico extraído de un manual sobre como entender a Freud en cinco minutos. Un artificio que simula una profundidad del que la obra carece. De hecho, resulta significativo que lo mejor del filme, allí donde Robert Schwentke se muestra seguro, se debe a las escenas de acción pura y dura. Cuando manda el efecto especial, la simulación 3D y el retoque digital, Insurgente crece y aporta unas imágenes merecedoras de volverse a ver. Cuando el filme se adentra en los dilemas morales y emocionales, en su núcleo abrasivo de defensa de la singularidad, que todo adolescente siente y reivindica con (y en) su turbación de sujeto incomprendido, Insurgente hace daño al intelecto. Queda una opción para evitar el naufragio: tomárselo a broma y entender a estos personajes como la adaptación en carne y hueso de los entrañables e inofensivos Thunderbirds.