La letra con amor entra

foto-lahistoriademarieTítulo Original: L´HISTOIRE DE MARIE HEURTIN Dirección: Jean-Pierre Améris Guión: J.-P. Améris y Philippe Blasband Música: Sonia Wieder-Atherton Fotografía: Virginie Saint-Martin Intérpretes: Isabelle Carré, Ariana Rivoire y Brigitte Catillon Nacionalidad: Francia. 2014 Duración: 95 minutos   ESTRENO: Abril 2015

Inspirada en hechos reales, con precedentes ilustres que por un lado nos llevaría al Truffaut de El pequeño salvaje (1969) y por otro a El milagro de Anna Sullivan (1962) de Arthur Penn, dos referentes de notable peso específico, Jean-Pierre Améris se sumerge en el relato del extraordinario esfuerzo de una monja empeñada en rescatar de su aislamiento a una niña sorda y ciega condenada a priori a vivir en un mundo de soledad. Con rigor y coherencia, sin truculencias ni filtros perversos provocadores de conmoción, Améris se adentra desde el respeto y la sobriedad en la heroicidad de un esfuerzo sobrehumano.
Hay dos protagonistas decisivas en medio de un reparto abrumadoramente femenino. Una es la paciente, la otra, su tutora. Una y otra se tocan por vez primera en torno a un árbol en el que la primera se refugia en busca de unos reflejos de luz que percibe entre sombras y calor.
Eso es todo en un filme que construye con paciencia un proceso complejo. En realidad, lo que Marie Heurtin recibe gracias al esfuerzo y la entrega de la hermana Margueritte es la consciencia, la asunción de ser un sujeto capaz de comunicarse.
En un viejo filme de Herzog, Donde sueñan las verdes hormigas, se relata la historia de un aborigen al que todos le llaman el mudo porque es el último hablante de una lengua que con él acabará desapareciendo. Aquí, ese ser nacido sin las principales facultades para percibir y reconocer a los demás: la vista y el oído; aprende a conocer, a sentir y a dialogar con el otro.
Améris no se desvía ni un ápice del camino de hierro que se (auto)establece. De forma que su obra se centra en el proceso, en el eco histórico recogido de ese cruce. Como narrador prefiere no penetrar en los entramados personales, decide reforzar el valor simbólico. Sin la armadura de la empatía emocional, Améris reconstruye el proceso, redibuja el aprendizaje y se permite eso sí, algún guiño metafórico que hace de Marie y Margueritte ese roce vivificador entre la criatura y su creador(a).
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