Los monos también lloran
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Título Original: DOWN OF THE PLANET OF THE APES DDirección: Matt Reeves Guión: Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver Intérpretes: Andy Serkis, Jason Clarke, Kodi Smit-McPhee, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell, Kirk Acevedo y Judy Greer Nacionalidad: EE.UU. 2014 Duración: 130 minutos ESTRENO: Julio 2014
 
Hay varios hundimientos en este naufragio total en el que se abisma esta obra inspirada en El planeta de los simios que en 1968 protagonizó Charlton Heston. El peor parado se llama Matt Reeves, un lugarteniente de J.J. Abrams, al que sólo se le pedía igualar los pulcros logros alcanzados por un Rupert Wyatt que supo armar sólidamente El origen del Planeta de los Simios. Pero Reeves, que tuvo un arranque espectacular, Monstruoso (2008), ya había dado síntomas de flaqueza cuando adaptó Déjame entrar sin poder mejorar el excelente trabajo del director Tomas Alfredson. Reeves (ante)puso efectos especiales allí donde habitaba la ambigüedad, la paradoja y la melancolía. El resultado fue mucho menos sugerente e inquietante que la pieza original.
Mal armado por un guión sin personajes ni densidad dramática, Reeves abandona la especulación sobre la ética y la naturaleza del hombre, para refugiarse en un sucedáneo del western hecho de rutinas y convenciones. Más allá de la continuación del filme precedente, esta secuela abandona su enigma fundacional para refugiarse en un esquema donde los simios asumen el papel de indios y los hombres, el de los colonos americanos. En ese sentido, este Amanecer de luces bajas y diálogos insípidos, repite la historia de Custer. Nada que objetar al modelo de partida. Modelo que Reeves disfraza echando mano a otros reclamos como el que impuso Amanecer de los muertos. En todos los casos, el acercamiento a la condición humana se envilece por una mirada estrábica frente al otro, da igual que sea muerto viviente, que indígena al que se desahucia o simio evolucionado, porque lo que representa es un estadio inferior, aquello que debe ser subordinado. Preguntar qué queda del relato de Pierre Boulle o del universo creado por Franklin Schaffner es inútil. No queda nada. Solo las lágrimas de los simios que se pierden en el vacío de la inhumanidad de los humanos.
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