Llevado por un arrebatado amor de madre, Paco León, un actor de fortuna en series de televisión, puso contra las cuerdas a la industria cinematográfica española. El panorama del cine actual se divide entre quienes se mueven en el territorio oficial de Academias y Goyas y quienes, desde la periferia y el mundo universitario, practican un cine de bajo presupuesto y extrema singularidad. Carmina o revienta, título que se abrochaba al testimonio arrabalero del testimonio tardofranquista de El Lute, hizo lo más difícil todavía, salirse del tiesto, deambular por tierra de nadie.

La apatía e insipidez de Shailene Woodey, protagonista decisiva de Divergente, ejemplifica la naturaleza de esta nueva saga cinematográfica. Bajo la dirección de Neil Burger, autor entre otras de El ilusionista (2006), la producción, poderosa en medios, paupérrima en talento y vacía de personalidad, ha dispuesto todas sus baterías en dirección al mismo tipo de público. El que convirtió a Crepúsculo en un fenómeno de masas, prácticamente el mismo que ahora vibra con Los juegos del hambre.

Hay festivales cuyos premios, más que refrendar la calidad de una película, alertan sobre la inconsistencia de lo que allí nos aguarda. Dedicado al cine español, el festival de Málaga se ha convertido en el refugio de la segunda división del cine español, esa cita a la que llegan las películas que no fueron seleccionadas por ningún festival extranjero, las que desecha Donostia, no quiere Sitges ni Gijón, y desestima Sevilla y Valladolid. Así las cosas, que La vida inesperada hubiera cosechado una gran acogida en Málaga nada connota, pero mucho dice.

El final de El gran cuaderno no esconde sino un nuevo comienzo, una segunda parte de un filme que probablemente nunca se hará. Construido sobre una trilogía literaria y coguionizado por el propio director, János Szász, la semilla primigenia que ha permitido levantar este filme se escribió en 1986. Su autora, Agota Kristof, había nacido el 30 de octubre de 1935 y murió hace dos años, sin poder ver esta adaptación de su obra.

Ti West, autor de obras ¿(re)conocidas? como La casa del diablo o como la todavía inédita entre nosotros, salvo su paso por Sitges, The Sacrament, ha sido saludado como uno de los renovadores del cine de terror contemporáneo. Situada entre ambas obras citadas, Los huéspedes, (2011), no oculta la humildad de su presupuesto y consigue cultivar algunos de los rasgos que avalan la personalidad de su autor. Guionista, editor y director, Ti West aparece como un hombre orquesta del cine actual.