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Lo que queda de los cuentos
Título Original: 71 Dirección: Yann Demange Guión: Gregory Burke Intérpretes: Jack O’Connell, Paul Anderson, Valene Kane, Sean Harris, Sam Reid Nacionalidad: Reino Unido. 2014 Duración: 100 minutos ESTRENO: Enero 2015
Desde el primer segundo, este filme se percibe como una propuesta original y, ciertamente, muy coherente. Puro papel de lija que escuece tanto como señala. Su argumento hace esperar una nueva incursión en ese cine político de denuncia sobre los años de plomo; lluvia de odio que (de)sangró a Irlanda en la segunda mitad del siglo XX. De ese escenario han surgido desde las denuncias incontestables de Ken Loach, (Agenda oculta) a recreaciones que cortaban el aliento como Hunger de Steve McQueen. Del biopic enardecido de Neil Jordan, Michael Collins, a las exitosas recreaciones del tandem Sheridan-George: En el nombre del hijo y En el nombre del padre.
71 es otra cosa. 71 se tatúa a la piel de un soldado británico desde que se entrena pensando en ir a un destino exótico lejos de Gran Bretaña, hasta que se quema por completo en el núcleo duro de la sucia matanza irlandesa al comienzo de los años 70. Pero ese contexto, el del conflicto religioso-político, con presidir el paisaje, no lo vertebra. El verdadero texto fílmico habla del horror, del miedo, de la soledad de un testigo ajeno a un conflicto en el que la brutalidad lo preside todo, todo se hace insania, locura y muerte. Jack O´Connell interpreta a Gary Hook, un huérfano sin futuro que se alista en el ejército seducido por una idea: encontrar la familia que no ha tenido. Pronto, cuando entre en las calles de Belfast, sabrá del significado de su misión y de las reglas macabras de un juego demencial. En su zona central, esa en la que el soldado perdido se ve zarandeado en una mascarada macabra convertido en pieza de caza para todos, el tono, con no renunciar a su denuncia política contra toda violencia, se acerca mucho al cine de terror. Lo que se cuenta adquiere los perfiles de un thriller de persecución y muerte. Una carrera contra todos y hacia ninguna parte. Un alegato que nos recuerda que el ser humano, cuando recurre a la violencia, se parece demasiado a las alimañas. Esa es la ejemplar lección del debutante Yann Demange cuyo nombre conviene recordar. Ha hecho una intensa e inolvidable obra.
71 es otra cosa. 71 se tatúa a la piel de un soldado británico desde que se entrena pensando en ir a un destino exótico lejos de Gran Bretaña, hasta que se quema por completo en el núcleo duro de la sucia matanza irlandesa al comienzo de los años 70. Pero ese contexto, el del conflicto religioso-político, con presidir el paisaje, no lo vertebra. El verdadero texto fílmico habla del horror, del miedo, de la soledad de un testigo ajeno a un conflicto en el que la brutalidad lo preside todo, todo se hace insania, locura y muerte. Jack O´Connell interpreta a Gary Hook, un huérfano sin futuro que se alista en el ejército seducido por una idea: encontrar la familia que no ha tenido. Pronto, cuando entre en las calles de Belfast, sabrá del significado de su misión y de las reglas macabras de un juego demencial. En su zona central, esa en la que el soldado perdido se ve zarandeado en una mascarada macabra convertido en pieza de caza para todos, el tono, con no renunciar a su denuncia política contra toda violencia, se acerca mucho al cine de terror. Lo que se cuenta adquiere los perfiles de un thriller de persecución y muerte. Una carrera contra todos y hacia ninguna parte. Un alegato que nos recuerda que el ser humano, cuando recurre a la violencia, se parece demasiado a las alimañas. Esa es la ejemplar lección del debutante Yann Demange cuyo nombre conviene recordar. Ha hecho una intensa e inolvidable obra.