Desde el minuto uno, el artificio de su opción estructural empieza a emitir señales de quiebra. Nada más arrancar, se intuye que la asunción de esa frivolidad técnica, contarlo todo sin la ayuda de la elipsis ni el montaje, en un único plano-secuencia, nos costará caro.
Con el plano en calma y la cámara dormida vemos un campo de balonmano.