De haber filmado, jornada a jornada, lo que ha significado levantar “Un día más con vida”, esos miles de fotogramas, recogidos y recreados a lo largo de años, alimentarían un manual aleccionador, una (co)lección ejemplar. ¿Sobre qué? Sobre la odisea de hacer un filme cuando éste obedece no a razones de mercado ni a la planificación de la industria, sino a un impulso que cree haber dado con un referente al que merece la pena dedicarle una buena parte de la vida.

Jaime Rosales se mueve en la industria del cine español como un explorador proveniente de otro planeta. Desde su primer filme, “Las horas del día” (2003), hasta “Petra” (2018), han pasado tres lustros. Curiosamente, en “Petra”, filme áspero y cruel, relato de resentimientos y brutalidad con sordina; en un deseo de metalenguaje y de auto-cita, Rosales, por vez primera, se permite una pequeña frivolidad.

El tercer largometraje suele resultar decisivo para vislumbrar la personalidad de un cineasta. En el primero se cuenta casi todo lo que a uno le conforma. En muchos casos, se acude a las memorias de la adolescencia, a los ríos interiores que conformaron la autobiografía. En el segundo, se escarba en lo otro, en lo que quedó fuera.

Cuando la última llamarada de “Burning” se pierde en la distancia, segundos antes de que comiencen los créditos de clausura, empieza en el interior de cada espectador/a una sensación de desconcierto. ¿Qué es lo que se ha visto? Sin duda mucho más de lo que parece. Y, desde luego, lo que parece es mucho.

Desde el título queda claro, “Smallfoot” se alza como lo antagónico a “Bigfoot”. Como es sabido los “bigfoot” forman parte del folklore y de la leyenda, son criaturas cuya evidencia no ha sido científicamente probada, pero cuya probabilidad de existir es muy escasa, aunque quizá no sea imposible.

Saludada como una película que vuela directa hacia el Oscar, construida sobre un argumento que siempre funciona -tanto en las versiones oficiales como en las que en algún modo la han imitado-, “Ha nacido una estrella”, versión Bradley Cooper, genera un interesante material para el debate y la paradoja.

De entrada, para evitar confusiones, hay que reconocer que “Cold War” ha sido provista con los mejores valores de ese cine de belleza incontestable y contenido despiadado. Lo tiene (casi) todo. Precedida por la seducción que provocó su obra anterior, ganadora del Oscar a la mejor película en lengua no inglesa, “Ida”; Paweł Aleksander Pawlikowski no ha corrido riesgos.